Las madreñas se hicieron para el barro. Era el calzado de nuestros abuelos cuando los
pueblos no estaban asfaltados y llovía mucho más en
invierno. Un cuenco de madera alargado, como un
barco antiguo, sostenido sobre tres patas para que el pie no acabara enterrado. Fácil de calzar, fácil de quitar, siempre a las
puertas de las
casas, o a las puertas de las
cuadras, para pisar sobre el estiércol del
ganado sin mancharse las zapatines.