CUETO AGUDO (EN SOSAS PICO PELAO)
Arriba en la cabaña, sentado en la cordilera, se divisa cueto agudo, rocallosa prominencia, que vigila los linderos, del pueblo de manzaneda, parece un pastor gigante, o mas bien un centinela, que cuando el cielo aparece, cubierto de nubes negras, y zumba el viento en los riscos, y el trueno ruge en las peñas, alzase como un valiente, sacudiendo la melena, y dominando la altura, como señor de la sierra, grita co voz arrogante, ¡alerta pueblos alerta! sed temerosos de dios, y no temais a la tormenta, aquella tarde famosa, en que el hijo de gabriela, con sus malos procederes, fue motivo de vergüenza, se oscurecio el firmamento, con una nube muy densa, que aterrados los pastores, corrieron con ligereza, y arrearon el ganado, en direccion a la aldea, al bajar por la peñona, cerca de las sementeras, un estruendo pavoroso, les causo nueva sorpresa, crugio toda la montaña, temblo espantada la tierra, y de las cumbres mas altas, al bajar por las laderas, rodaron enormes piedras, que se hacian mil pedazos, y observaron en la altura, cerca la casa la vieja, alzabanse llamaradas, en medio de la tormenta, y que una nube de rayos, y de palidas centellas, iluminaban el monte, con claridades siniestras, y el famoso cueto agudo, levantando la cabeza, diz que grito enfurecido, ¡afuera el infame afuera!, no consiento en mis dominios, un pastor de tal ralea, la fuente la gorgorita, desde aquella triste fecha, hace un glu-gin misterioso, recordando aquella escena, en la mañana siguiente, muy azorada la abuela, llego a la altura del monte, llevando doble merienda, pero hallo solo desastres, y dolores y tristezas, vio quemada la cabaña, la corraleja desierta, desaparecido el nieto, y las ovejas dispersas, llamó gritó lloró mucho, sumida en profunda pena, pero nadie respondia, a los gritos de la vieja, preguntaba a las montañas, ¿donde esta mi gabriel?, y los ecos de los valles, le respondian: el.... el, ¡oh valles-gritaba luego-, ¿de quien es el eco fiel?, ¿quien es el que me responde?, ¿es acaso mi gabriel?, y los valles compasivos le contestaban: el... el, con la voz mas cariñosa, le llamaba: ven gabriel, ven recibe la merienda, que hoy te traigo pan y miel, entonces las duras rocas, con un acento cruel, y con fria indiferencia, le repetian: el... el, rendida por fin la anciana, de dolor y de tristeza, abandono la montaña, dejando alli la merienda, y con paso vacilante, volvio llorando a la aldea, entre la gente del publo, se habló con mucha cautela, de la muerte de aquel mozo, que se tenia por cierta, y entre los mil comentarios, hubo terribles sospechas, unos que lo llevo el diablo, o que lo trago la tierra, otros que lo mato un rayo, porque decia blasfemias, y que lo descuartizaron, y lo comieron las fieras, otros que se oian gritos, por la noche en la devesa, y alaridos en los valles, y lamentos en las peñas, pero si alguno exigia una, explicacion concreta, al punto se disculpaban, con un se dice o se cuenta, al cabo de algunos meses, cuando ya la pobre vieja, iba a dejar esta vida, de sufrimientos y de penas, le llego una breve carta, por una posta secreta, y este era su contenido: querida y pensada abuela, con lagrimas en los ojos, te escribo estas pocas letras, tan solo para decirte, que aun vivo sobre la tierra, aterrado ante el castigo, que dios me puso tan cerca, caí al suelo de rodillas, en medio de la tormenta, y pedi perdon al cielo, de un pecado que me afrenta..., sali del monte esa noche, lleno de horror y vergüenza, y hoy me encuentro en un convento, donde he de hacer penitencia, hasta que dios con su gracia, me lleve a la vida eterna, abuelita de mi alma, perdoname las ofensas, y que todos me perdonen, mis pecados y flaquezas, espero verte en el cielo, donde mi madre me espera, ¡adios querida abuela!, gabriel hijo de gabriela.
Arriba en la cabaña, sentado en la cordilera, se divisa cueto agudo, rocallosa prominencia, que vigila los linderos, del pueblo de manzaneda, parece un pastor gigante, o mas bien un centinela, que cuando el cielo aparece, cubierto de nubes negras, y zumba el viento en los riscos, y el trueno ruge en las peñas, alzase como un valiente, sacudiendo la melena, y dominando la altura, como señor de la sierra, grita co voz arrogante, ¡alerta pueblos alerta! sed temerosos de dios, y no temais a la tormenta, aquella tarde famosa, en que el hijo de gabriela, con sus malos procederes, fue motivo de vergüenza, se oscurecio el firmamento, con una nube muy densa, que aterrados los pastores, corrieron con ligereza, y arrearon el ganado, en direccion a la aldea, al bajar por la peñona, cerca de las sementeras, un estruendo pavoroso, les causo nueva sorpresa, crugio toda la montaña, temblo espantada la tierra, y de las cumbres mas altas, al bajar por las laderas, rodaron enormes piedras, que se hacian mil pedazos, y observaron en la altura, cerca la casa la vieja, alzabanse llamaradas, en medio de la tormenta, y que una nube de rayos, y de palidas centellas, iluminaban el monte, con claridades siniestras, y el famoso cueto agudo, levantando la cabeza, diz que grito enfurecido, ¡afuera el infame afuera!, no consiento en mis dominios, un pastor de tal ralea, la fuente la gorgorita, desde aquella triste fecha, hace un glu-gin misterioso, recordando aquella escena, en la mañana siguiente, muy azorada la abuela, llego a la altura del monte, llevando doble merienda, pero hallo solo desastres, y dolores y tristezas, vio quemada la cabaña, la corraleja desierta, desaparecido el nieto, y las ovejas dispersas, llamó gritó lloró mucho, sumida en profunda pena, pero nadie respondia, a los gritos de la vieja, preguntaba a las montañas, ¿donde esta mi gabriel?, y los ecos de los valles, le respondian: el.... el, ¡oh valles-gritaba luego-, ¿de quien es el eco fiel?, ¿quien es el que me responde?, ¿es acaso mi gabriel?, y los valles compasivos le contestaban: el... el, con la voz mas cariñosa, le llamaba: ven gabriel, ven recibe la merienda, que hoy te traigo pan y miel, entonces las duras rocas, con un acento cruel, y con fria indiferencia, le repetian: el... el, rendida por fin la anciana, de dolor y de tristeza, abandono la montaña, dejando alli la merienda, y con paso vacilante, volvio llorando a la aldea, entre la gente del publo, se habló con mucha cautela, de la muerte de aquel mozo, que se tenia por cierta, y entre los mil comentarios, hubo terribles sospechas, unos que lo llevo el diablo, o que lo trago la tierra, otros que lo mato un rayo, porque decia blasfemias, y que lo descuartizaron, y lo comieron las fieras, otros que se oian gritos, por la noche en la devesa, y alaridos en los valles, y lamentos en las peñas, pero si alguno exigia una, explicacion concreta, al punto se disculpaban, con un se dice o se cuenta, al cabo de algunos meses, cuando ya la pobre vieja, iba a dejar esta vida, de sufrimientos y de penas, le llego una breve carta, por una posta secreta, y este era su contenido: querida y pensada abuela, con lagrimas en los ojos, te escribo estas pocas letras, tan solo para decirte, que aun vivo sobre la tierra, aterrado ante el castigo, que dios me puso tan cerca, caí al suelo de rodillas, en medio de la tormenta, y pedi perdon al cielo, de un pecado que me afrenta..., sali del monte esa noche, lleno de horror y vergüenza, y hoy me encuentro en un convento, donde he de hacer penitencia, hasta que dios con su gracia, me lleve a la vida eterna, abuelita de mi alma, perdoname las ofensas, y que todos me perdonen, mis pecados y flaquezas, espero verte en el cielo, donde mi madre me espera, ¡adios querida abuela!, gabriel hijo de gabriela.