Los 33 mineros chilenos de la mina San José acaban de cumplir un mes bajo tierra. Demasiado tiempo para seguir vivos. Hasta ahora lo normal venía siendo que nadie se pusiera en contacto, salvo por el espiritismo, con quienes estuvieran al sur de las semillas, no digamos a una profundidad de 700 metros, pero ellos han tenido suerte dentro de la desgracia. Les llegan alimentos, mensajes de ánimo y noticias del esfuerzo que hacen los terrícolas por rescatarles. El psicólogo responsable de la operación ha desaconsejado el envío por los problemas médicos que podría ocasionar. En Chile hay mucha afición. Pablo Neruda, que era partidario, le dedicó una oda al «inteligente vino» de su hermosa tierra. Cuando estuve allí me emocionó la manera de citarse con los amigos que llevaban algún tiempo sin verse: « ¿Cuándo nos conversamos una botella?» Tendrán que aplazar la charla. Como sustituto del líquido que el salmista dijo que ensancha el corazón del hombre, su Santidad el Papá Benedicto XVI les ha hecho llegar a los mineros atrapados 33 rosarios bendecidos por él. No conforme con eso los ha encomendado a San Lorenzo, que es el patrono de los mineros, incluso de los que están sepultados bajo toneladas de rocas y tierra. La esperanza cabe en cualquier sitio, por muy estrecho que será, y todo vale para mantenerla. Beltrand Russell se extrañaba de que en el siglo XX hubiera obispos que creyesen que «el problema de la sequía puede ser tratado mediante la oración». Pues bien, en el siglo XXI siguen siendo vigentes las rogativas. Roguemos por los equipos de salvamento, que trabajan sin descanso reforzando las paredes del túnel y haciendo excavaciones. Si se produce el milagro del rescate también a ellos habrá que mostrarlos gratitud. Deben compartirla con San Lorenzo, que no se va a enfadar por eso.
P. D. María Elena, estamos con vosotros! lo importante es que salgan sanos, gracias a quien proceda
P. D. María Elena, estamos con vosotros! lo importante es que salgan sanos, gracias a quien proceda