En la tercera fase se construía la cubierta
.... siempre son a dos aguas, con rápidas vertientes que facilitan la caída del agua y de la nieve. De no tener esta pendiente, estas frágiles cubiertas no resistirían el peso de la nieve. Sobre el castro de madera se colocaban los "pares" –vigas o llatas de haya o roble, que se unían sobre la cumbrera y se apoyaban en los "estelos"- pies derechos adosados a los muros laterales-. El encaje de los "pares" sobre el "portón" o "cumbrera" es muy característico, puesto que de una forma peculiar se lograba la máxima seguridad en el enganche: uno de los "pares" - " espigo"- se introducía en el otro previamente perforado, encajándose en el espigo, una vez atravesado, un pasante de madera que hacia imposible prácticamente su separación.
Respecto al apoyo en los "estelos", como anteriormente se ha apuntado, no es regla general su uso. Existen tipologías donde los pares se apoyan directamente en el sobremuro - "solero" de madera sujeto por "estelos" interiores, no exteriormente.
Sobre los pares se construye un forjado de ramas de haya – "ratas"- que servirán de base para los "cuelmos" - haces de paja-. Una vez sujetos los "zarzos" o ratas a los pares por medio de "belortas" -ramas verdes muy maleables que utilizaban a modo de cuerda-, se efectuaba la última labor de la techumbre; techar.
Esta específica labor la realizaban los techadores. La paja de centeno, una vez mojada –golpeada contra el borde de un trillo para separar el grano- estaba lista para ser utilizada. Con los cuelmos y la techadera –apero de madera peculiar para esta labor- se iban sobreponiendo y atando con belortas finas sobre las ratas, comenzando por la parte baja para terminar sobre la cumbrera. Para asegurar la consistencia del entramado y resistir los vientos, se colocaban las "aspras" –varas de haya, que al igual que los pares se ataban entrecruzadas sobre la cumbrera, en forma de cruz.
.... siempre son a dos aguas, con rápidas vertientes que facilitan la caída del agua y de la nieve. De no tener esta pendiente, estas frágiles cubiertas no resistirían el peso de la nieve. Sobre el castro de madera se colocaban los "pares" –vigas o llatas de haya o roble, que se unían sobre la cumbrera y se apoyaban en los "estelos"- pies derechos adosados a los muros laterales-. El encaje de los "pares" sobre el "portón" o "cumbrera" es muy característico, puesto que de una forma peculiar se lograba la máxima seguridad en el enganche: uno de los "pares" - " espigo"- se introducía en el otro previamente perforado, encajándose en el espigo, una vez atravesado, un pasante de madera que hacia imposible prácticamente su separación.
Respecto al apoyo en los "estelos", como anteriormente se ha apuntado, no es regla general su uso. Existen tipologías donde los pares se apoyan directamente en el sobremuro - "solero" de madera sujeto por "estelos" interiores, no exteriormente.
Sobre los pares se construye un forjado de ramas de haya – "ratas"- que servirán de base para los "cuelmos" - haces de paja-. Una vez sujetos los "zarzos" o ratas a los pares por medio de "belortas" -ramas verdes muy maleables que utilizaban a modo de cuerda-, se efectuaba la última labor de la techumbre; techar.
Esta específica labor la realizaban los techadores. La paja de centeno, una vez mojada –golpeada contra el borde de un trillo para separar el grano- estaba lista para ser utilizada. Con los cuelmos y la techadera –apero de madera peculiar para esta labor- se iban sobreponiendo y atando con belortas finas sobre las ratas, comenzando por la parte baja para terminar sobre la cumbrera. Para asegurar la consistencia del entramado y resistir los vientos, se colocaban las "aspras" –varas de haya, que al igual que los pares se ataban entrecruzadas sobre la cumbrera, en forma de cruz.