MANZANEDA DE OMAÑA: CÁNTICOS DE LA CORDERA...

CÁNTICOS DE LA CORDERA

En este portal estamos
muy alegres y contentos,
caminamos a Belén
a adorar el nacimiento.
Las puertas están cerradas,
un poco nos detendremos,
abridnos, por Dios, las puertas,
por Jesús el Nazareno.
Las puertas ya están abiertas,
de par en par las tenemos.
Entre la hermosa cordera
y los pastores adentro.
De rodillas por el suelo,
adorad el sacramento
que bendito y alabado
sea por siglos eternos.
Levantémonos, pastores
con humilde reverencia,
tomemos agua bendita
y sigamos la cordera.
Apártense los señores,
apártense del camino,
dejen pasar los pastores
a ver la Virgen y al Niño.
Que esta noche San José
con su esposa se ha venido
a la ciudad de Belén,
que una vez así lo dijo.
La sagrada Virgen sale
para ponerse en camino,
cumplidos los nueve meses
padeciendo pena y frío.
Ha llegado a su destino,
siendo la noche llegada
en casa de sus parientes
no hallaron alivio en nada.
San José dijo a la Virgen:
-Esposa, cuánto lo siento.
¿es posible que en Belén
donde tantos deudos tengo
por no acogernos en casa
nos niegan el parentesco?
Turbado estoy, gran Señora,
os podéis pedir al cielo
donde quiera que os quedéis,
esposa del divino verbo.
-Ya, José de mis entrañas,
ya vamos muy satisfechos
pues dice que en un portal
ha de ser el nacimiento.
Busquémosle donde esté
ese suntuoso puesto,
hospedándonos en él
quiera Dios enriquecernos.
Allí hay una puerta abierta,
la que sin duda sospecho,
la que habemos de buscar,
entremos, Virgen, adentro,
entremos en un portal
arrimándose a un pesebre,
y recogiendo unas pajas
allí tuvieron su albergue.
En puesto de medianoche
se vieron mil resplandores,
y San José, cuidadoso,
pidió lumbre a los pastores.
A las doce de la noche,
las estrellas y luceros
se vistieron de alegría
fuentes, plantas y luceros.
Cuando la Virgen dio a luz
ya se aterraba el infierno,
y todas las aves del campo
con repetidos grajeos
le publicaban nacido
al niño de tierra y cielo.
Las águilas coronadas
publicaban noche y día
la gran bondad de José
y pureza de María.
Los pajaritos alegres
cantaban con alegría:
-dicen que ha nacido el niño,
dicen que el niño nacía.
Los pastorcitos alegres
le van tocando instrumentos,
al niño de Dios adoran
y le festejan contentos.
Arrimémonos, pastores,
a ver esta gran princesa,
arrimémonos, pastores
y hagamos la reverencia.
Santas noches, gran señora,
te damos la enhorabuena,
bendito sea tu vientre
y el fruto que de él nos muestras,
hermoso y resplandeciente,
más que treinta mil estrellas.
Más que la luna, aunque clara,
más que el sol, aunque calienta,
y por eso los pastores
alegres hacen la fiesta.
Vienen corriendo al portal,
hincan la rodilla en tierra,
al niño de Dios adoran,
también a su madre bella.
A la parte del Oriente
se ha descubierto una estrella
hermosa y resplandeciente
caminando a toda priesa,
que guiaba a tres monarcas
que vienen de lejanas tierras
a adorar al niño Dios,
le ofrecen unas ofrendas,
que son oro, incienso y mirra
grandes misterios encierran
En ellos significaba
y en el oro considera
que es señor de todo el mundo,
unido a la omnipotencia.
Conque atención los señores,
que si bien lo consideran,
que llevarán la gracia
para ir a la gloria eterna.
Ahora vamos los pastores
a Vos, soberana reina,
estos santos varones
te ofrecemos la cordera.
Recíbela, gran señora,
perdona por la pobreza,
que en estos años que estamos
las soldadas son pequeñas.
Adiós, el casto José,
con Dios el recién nacido,
y que su gracia nos dé
para que con vos vivamos
por siempre jamás, amén.