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MANZANEDA DE OMAÑA: MANUEL MORÁN...

MANUEL MORÁN

«Mi abuelo y mi padre fueron pescadores de caña y de tiradera. Gracias a las truchas, mi padre dio carrera a los dos hijos».

-Manolo ¿a qué edad comenzaste?

-A los siete años me lancé al río con la caña. Usaba las cuerdas que mi padre iba retirando.

Por aquella época sólo se pescaba a pluma y cada uno hacia sus moscas.

Mi padre, al empezar la temporada de pesca, se desplazaba a los pueblos de Aviados, Campohermoso, La Vecilla, La Cándana y La Matica, compraba 40 o 50 docenas de plumas y ya tenia para toda la temporada.

Si le encargaban alguna cuerda, solía cobrar, por cuerda de seis anzuelos, seis pesetas.

Antes del 36 no había anzuelos de mosca a la venta. Los primeros montadores fueron los hermanos Montaño de Gijón.

-Manolo ¿aquellos anzuelos se pueden comparar con los de ahora?

En la actualidad son verdaderas obras de arte, aquéllos: escobas.

A lombriz se empezó a pescar después de la guerra. Introdujo esta modalidad don Néstor Alonso, de León, que tenia una armería.

El año 43 apareció el debón. Era un pez de hierro y se lanzaba con carrete.

Pepín Lorenzana, de la Magdalena, fue el primero que vino al Luna pescando con debón. De Mora a Los Barrios, tres km. de río, sacó 22 kg. en una jornada.

- ¿Se pescaba mucho a la mosca de mayo?

-No mucho. No era fácil pero muy rentable. En general cada trucha grande, de más de 250 gramos.

Por la mañana temprano en las mimbres de la orilla se hacia acopio de marcas.

-Me has hablado de la caña ¿y la tiradera?

-Mi padre no quería que fuese pescador de tiradera; «bastantes tropezones me he dado yo por el rico» me solía decir.

A los 18 años con el titulo de maestro en el bolsillo, logré vencer su resistencia.

La primera tiradera me la hice yo bajo su dirección.

-Manolo ¿qué se te dio mejor?

-Tanto la caña como la tiradera llegué a dominarlas bien. Las dos me dieron muchas satisfacciones, y por qué no decirlo, también buenas pesetas.

-Con la tiradera ¿la noche mejor?

-La noche que más conseguí, 14 kg.

- ¿A caña?

-Recuerdo un día pescando a la mosca de mayo, saqué 19 truchas que pesaron una arroba.

La tiradera comenzó a morir allá por los años 41-42. Salió una disposición prohibiéndola. Los viejos pescadores no dejaron de ir al río, pero no salieron jóvenes. Dos años de aprendizaje exponiéndose a pagar fuertes multas, no animó a casi nadie.

- ¿Anguilas en el Luna?

-Había muchas. Las pescadores de mano cogían algunas. De cuando en cuando se sacaba alguna con la tiradera.

Mi padre sacó una de cuatro kg. Yo saqué varias, la mayor de 3,500 kg.

- ¿Cómo matabais una anguila de ese peso?

-Una vez fuera del río, envuelta como estaba en la tiradera, se le aplastaba la cabeza con una piedra.

- ¿Qué hacíais con tanta trucha?

-Los pescadores que conocí todos vendían la pesca, para comer en casa, muy poco.

Desde mediados del siglo pasado, las truchas del Luna se mandaban casi todas a Madrid. Se limpiaban bien y se colocaba una capa de nieve helada y otra de truchas. De esta forma llegaban a su destino en perfecto estado.

En primavera había menos y se pagaba a seis reales la libra; en verano a peseta.

En época de veda se vendían donde se podía. Mi madre las vendió en alguna ocasión a dos reales la libra.

Para Manolo Morán, el pescar a tiradera es tan duro como antaño las plantaciones de caña para los negros.

«Esa era la causa -dice- de que hubiese tan pocos pescadores, si lo comparamos con las muchas necesidades de la época».

Gracias, Manolo.