No cambia de oficio la Babia de Arriba, que se inicia en Truébano y al paso de pueblos corno Villasecino, Cospedal, Robledo, Riolago, Huergas, Cabrillanes, Torre y La Riera -ya con explotaciones mineras-, San Félix de Arce, Lago..., pueblos con casonas blasonadas que referencian viejas hidalguías, representativas casas montañesas y primitivos hórreos, alcanza Piedrafita, el pueblo, y el puerto, vía de comunicación con Laciana. En las proximidades de La Cueta se hallan las fuentes del Sil.
Tierra al igual que Babia sometida al dominio riguroso de los condes de Luna, la ganadería trashumante hizo asimismo la historia más activa y próspera de la comarca de Luna. En la actualidad dos importantes obras, el embalse de Barrios y la autopista León-Campomanes, la más importante vía de comunicación entre la Meseta y Asturias, han incidido en el paisaje de la comarca, y a saber si en sus expectativas de futuro. Vega de Caballeros, Sagüera y Portilla -de expresivo nombre- jalonan con sus casas de piedra el acceso al dominio de aquella, que es general (anótese que el territorio de Luna y Babia se halla en un 43,3% entre los 1.500 y 2.000 metros, y en un 55,3% entre los 1.000 y 1.500). Con diferente suerte, los núcleos sobreviven en el entorno del embalse: Los Barrios a pie de presa, en su aislamiento Irede y Mallo, por donde discurría un cordel de la Mesta, y desierto Mirantes con su club náutico. Aralla se recoge en un angosto valle, nudo de comunicación cuando la nieve no lo impide con Gordón por un ramal y con Arbas por otro. En Caldas, a cola del embalse, se fabricaban en el siglo XIX afamados "paños del país"; la ganadería y la agricultura son hoy la base de su economía, y cuenta con el atractivo turístico de un balneario (lo que significa su nombre, Caldas: "aguas termales o calientes"). La Vega y Robledo, en las inmediaciones de Caldas, al igual que Pobladura y Sena en dirección a Babia, y Abelgas en su escondrijo de peña y roble, son pueblos de vida pastoril, con casonas de piedra y corredor, decoradas algunas con blasones.
Si por el río Omañas no llegó exactamente la civilización, sí lo hicieron los romanos, los legionarios abriendo paso y aportando mano de obra tantas veces a la fuerza, y los ingenieros con sus ingenios para escarbar el lecho del río y desmontar los montes, siempre en busca de oro. Entonces como hoy, a las escombreras sobrantes, amontonadas como formando surcos, es a lo que llaman murias... Esta es la comarca de Omaña, nombre que deriva de Humania, y en la realidad un lugar al margen, más despoblado que lo contrario a pesar del nombre supuesto de origen, acotado por montañas sobre las que domina la cumbre tan frecuentemente nevada del Catoute. Territorio de los Quiñones, los imperiosos condes de Luna, que explotaron avaramente a las gentes de aquí como a las de todos sus otros dominios.
Hay dos Omañas: la de Murias y la del Valle Gordo. Entre el monte y en los estrechos valles los pueblos recuerdan las funciones medievales que les dieron origen, aparcerías y pastoreos, y apilan sus modestos caseríos. Son muchos pueblos, pero pocos vecinos. En los núcleos del municipio de Riello la media es de 36 habitantes. Sin embargo Omaña es la comarca de la montaña occidental con mayor superficie dedicada a la agricultura, un signo de su meridionalidad. Majadas con apriscos se encuentran por el puerto de La Magdalena y Vivero. Fasgar es un remanso en el espacio y en el tiempo, al fondo el Valle Gordo; y Andarraso, un mirador excepcional sobre los pueblos que motean el valle de Omaña que ensancha en El Castillo (lo tiene, una arruinada fortaleza del XV-XVI, y un renombrado coto truchero). Gruesos muros de piedra para proteger del frío en los inviernos, tan duros, la pizarra de tejado para que resbale la nieve -cubrición de paja, en tiempos, y quedan muestras en casi todos los núcleos-, y la madera de los bosques, que felizmente no faltan, caracterizan la arquitectura popular, austera, como la vida de toda la comarca; casas con cuadra, con corte para las ovejas, con horno pegado al muro para amasar el pan de una subsistencia habituada al aislamiento. La sillería rememora los mejores tiempos de Murias de Paredes, como en Vegarienza su caserío popular del siglo XVIII. Los estudiosos dividen la Omaña construida en dos zonas, este y oeste, de losa y de teja árabe. "Excepcionalmente aparecen algunos palomares aislados, que confirman la meridionalidad relativa de esta área de montaña. Podemos encontrar dichos ejemplares aislados en Garaño, Canales y Bonella" (J. L. García Grinda).
Tierra al igual que Babia sometida al dominio riguroso de los condes de Luna, la ganadería trashumante hizo asimismo la historia más activa y próspera de la comarca de Luna. En la actualidad dos importantes obras, el embalse de Barrios y la autopista León-Campomanes, la más importante vía de comunicación entre la Meseta y Asturias, han incidido en el paisaje de la comarca, y a saber si en sus expectativas de futuro. Vega de Caballeros, Sagüera y Portilla -de expresivo nombre- jalonan con sus casas de piedra el acceso al dominio de aquella, que es general (anótese que el territorio de Luna y Babia se halla en un 43,3% entre los 1.500 y 2.000 metros, y en un 55,3% entre los 1.000 y 1.500). Con diferente suerte, los núcleos sobreviven en el entorno del embalse: Los Barrios a pie de presa, en su aislamiento Irede y Mallo, por donde discurría un cordel de la Mesta, y desierto Mirantes con su club náutico. Aralla se recoge en un angosto valle, nudo de comunicación cuando la nieve no lo impide con Gordón por un ramal y con Arbas por otro. En Caldas, a cola del embalse, se fabricaban en el siglo XIX afamados "paños del país"; la ganadería y la agricultura son hoy la base de su economía, y cuenta con el atractivo turístico de un balneario (lo que significa su nombre, Caldas: "aguas termales o calientes"). La Vega y Robledo, en las inmediaciones de Caldas, al igual que Pobladura y Sena en dirección a Babia, y Abelgas en su escondrijo de peña y roble, son pueblos de vida pastoril, con casonas de piedra y corredor, decoradas algunas con blasones.
Si por el río Omañas no llegó exactamente la civilización, sí lo hicieron los romanos, los legionarios abriendo paso y aportando mano de obra tantas veces a la fuerza, y los ingenieros con sus ingenios para escarbar el lecho del río y desmontar los montes, siempre en busca de oro. Entonces como hoy, a las escombreras sobrantes, amontonadas como formando surcos, es a lo que llaman murias... Esta es la comarca de Omaña, nombre que deriva de Humania, y en la realidad un lugar al margen, más despoblado que lo contrario a pesar del nombre supuesto de origen, acotado por montañas sobre las que domina la cumbre tan frecuentemente nevada del Catoute. Territorio de los Quiñones, los imperiosos condes de Luna, que explotaron avaramente a las gentes de aquí como a las de todos sus otros dominios.
Hay dos Omañas: la de Murias y la del Valle Gordo. Entre el monte y en los estrechos valles los pueblos recuerdan las funciones medievales que les dieron origen, aparcerías y pastoreos, y apilan sus modestos caseríos. Son muchos pueblos, pero pocos vecinos. En los núcleos del municipio de Riello la media es de 36 habitantes. Sin embargo Omaña es la comarca de la montaña occidental con mayor superficie dedicada a la agricultura, un signo de su meridionalidad. Majadas con apriscos se encuentran por el puerto de La Magdalena y Vivero. Fasgar es un remanso en el espacio y en el tiempo, al fondo el Valle Gordo; y Andarraso, un mirador excepcional sobre los pueblos que motean el valle de Omaña que ensancha en El Castillo (lo tiene, una arruinada fortaleza del XV-XVI, y un renombrado coto truchero). Gruesos muros de piedra para proteger del frío en los inviernos, tan duros, la pizarra de tejado para que resbale la nieve -cubrición de paja, en tiempos, y quedan muestras en casi todos los núcleos-, y la madera de los bosques, que felizmente no faltan, caracterizan la arquitectura popular, austera, como la vida de toda la comarca; casas con cuadra, con corte para las ovejas, con horno pegado al muro para amasar el pan de una subsistencia habituada al aislamiento. La sillería rememora los mejores tiempos de Murias de Paredes, como en Vegarienza su caserío popular del siglo XVIII. Los estudiosos dividen la Omaña construida en dos zonas, este y oeste, de losa y de teja árabe. "Excepcionalmente aparecen algunos palomares aislados, que confirman la meridionalidad relativa de esta área de montaña. Podemos encontrar dichos ejemplares aislados en Garaño, Canales y Bonella" (J. L. García Grinda).