Acuerdo para autónomos

MANZANEDA DE OMAÑA: LA HISTORIA DE OMAÑA...

LA HISTORIA DE OMAÑA

La romanización también alcanzó estas latitudes a consecuencia del interés por las explotaciones auríferas. Los vestigios de canales, llamados carraliegos en Valdesamario, y los hallados en Las Colladas, Las Vallinas y Los Moruecos en el río del Vallegordo, confirman esa aculturación o quizá transculturación de aquellas primeras gentes.
En La Garandilla, Guisatecha y Barrio de la Puente se contemplan tanto los aureanos como lasfornias de Villaverde de Omaña (González Álvarez, 1980, 69), es decir, desmontes de tierras y arenas removidas por la búsqueda del codiciado mineral. Pero además, las calzadas, que facilitaban el trasiego minero, son palmarias en el Vallegordo, cuyo trazado se aprecia desde el pago de Los Cousos, cerca de Aguasmestas, al de Mortera, no excesivamente lejos de Marzán. La llamadaRodera Asturiana que partía de Astorga hasta Quintana del Castillo, pasaba por Ponjos y Rosales, si bien contaba con una alternativa, que era la principal a seguir, desde Quintana a La Garandilla, continuando por El Escobio entre Inicio y Trascastro, Castro de La Lomba y la Laviada en Riello. Desde aquí tomaba la dirección de Babia (Mañanes, 1983, 49-50).
Los rastros romanos en Cirujales, Manzaneda de Omaña, Villar de Omaña, La Omañuela, Andarraso, Oterico, Carrizal, Santibáñez de la Lomba, Curueña, Rosales, Villaceid, Vegarienza, Salce, Guisatecha, que se mezclan en la mayoría de los casos con un substrato de la Edad del Hierro y niveles superiores bajomedievales, son el legado histórico señalado y poco conocido sobre los orígenes de esta comarca, salvo que por asociación de lo que hasta ahora sabemos, podamos formarnos una idea aproximada. El resto es competencia de los especialistas, además de ser tema que se escapa a los fines de este texto. No obstante, nos interesa en la medida que las excavaciones del castro de Villaceid permitieron conocer la planta de sus construcciones, que eran circulares con un diámetro de 3 m y otras ovales entre 5 y 4 m (Gutiérrez González, 1985, 235). Formas que se debieron conservar a lo largo de la Edad Media, unidas a las de planta rectangular o cuadrada difundidas definitivamente por la cultura romana, al resolverse técnicamente el inconveniente que presentaban los encuentros de los paramentos, así como el cambio que poco a poco debieron significar los trazados fuera de recintos defensivos, siempre con más amplitud, facilitando la construcción de esquinales en ángulo recto.
Por otro lado, se ha señalado en el Oeste de la provincia el límite entre la casa de planta circular y la rectangular, mientras que “en los «castros» de Omaña oriental y meridional se encuentran ya la casa en planta rectangular” (Martín Galindo, 1987, 18).