HISTORIA DE OMAÑA
Esta situación ha originado una pérdida de la capacidad productiva, fundamentalmente agrícola y ganadera. Es observable en la actualidad, cómo las antiguas tierras de cultivo están desapareciendo bajo la retama del monte que poco a poco avanza sobre aquellos campos donde se cultivaba centeno. Los fondos de valle son los mejor conservados, puesto que se dedican a huerto y praderío, más fructífero por la necesaria inmediatez de los frutos hortícolas y por la imprescindible obtención de heno que se almacenará para alimentar el ganado vacuno durante los largos inviernos. En el verano, las campas de los puertos y zonas altas son aprovechados por las reses bovinas y ovinas, las últimas tanto en la modalidad de estantes, transterminantes, como trashumantes, si bien, la tercera posibilidad se ha reducido por la falta de práctica de este tradicional sistema ganadero.
El cúmulo de circunstancias que venimos describiendo, a las que hay que añadir la crisis del sector minero en la zona de Canales y Valdesamario, determinaron una regresión en los núcleos poblacionales –salvo Riello, que se mantiene– haciéndose especialmente notorio en Murias de Paredes cuando dejó de ser cabeza de Partido Judicial, con pérdida sistemática del patrimonio arquitectónico, sobre todo el que presentaba unos rasgos más primitivos, y por lo tanto más próximos al condicionante tradicional de la comarca. Tanto la vivienda popular como la arquitectura subsidiaria han entrando en una dinámica de ruina continua por falta de presencia humana, por las precarias condiciones de habitabilidad en comparación con las comodidades actuales, y por ese desfase funcional como núcleo de una producción adecuada a los tiempos actuales. Únicamente, quienes han continuado en la zona y algunos que han mantenido segundas residencias, han rehabilitado y acondicionado las viejas viviendas, cuestión ésta que abre un nuevo aspecto a analizar en el proceso evolutivo que ha tenido arquitectónica Omañesa.
Esta situación ha originado una pérdida de la capacidad productiva, fundamentalmente agrícola y ganadera. Es observable en la actualidad, cómo las antiguas tierras de cultivo están desapareciendo bajo la retama del monte que poco a poco avanza sobre aquellos campos donde se cultivaba centeno. Los fondos de valle son los mejor conservados, puesto que se dedican a huerto y praderío, más fructífero por la necesaria inmediatez de los frutos hortícolas y por la imprescindible obtención de heno que se almacenará para alimentar el ganado vacuno durante los largos inviernos. En el verano, las campas de los puertos y zonas altas son aprovechados por las reses bovinas y ovinas, las últimas tanto en la modalidad de estantes, transterminantes, como trashumantes, si bien, la tercera posibilidad se ha reducido por la falta de práctica de este tradicional sistema ganadero.
El cúmulo de circunstancias que venimos describiendo, a las que hay que añadir la crisis del sector minero en la zona de Canales y Valdesamario, determinaron una regresión en los núcleos poblacionales –salvo Riello, que se mantiene– haciéndose especialmente notorio en Murias de Paredes cuando dejó de ser cabeza de Partido Judicial, con pérdida sistemática del patrimonio arquitectónico, sobre todo el que presentaba unos rasgos más primitivos, y por lo tanto más próximos al condicionante tradicional de la comarca. Tanto la vivienda popular como la arquitectura subsidiaria han entrando en una dinámica de ruina continua por falta de presencia humana, por las precarias condiciones de habitabilidad en comparación con las comodidades actuales, y por ese desfase funcional como núcleo de una producción adecuada a los tiempos actuales. Únicamente, quienes han continuado en la zona y algunos que han mantenido segundas residencias, han rehabilitado y acondicionado las viejas viviendas, cuestión ésta que abre un nuevo aspecto a analizar en el proceso evolutivo que ha tenido arquitectónica Omañesa.