Mueren de olvido, ahí vive el olvido
Ahí, arrumbados contra la pared de la antigua escuela, no están tres pupitres, lo que ahí sufre el olvido de los tiempos es una forma de vivir y educar, de ser educado y obedecer.
Ahí muere de olvido el pupitre y su tintero de porcelana; la ranura para el plumín y el lapicero; el doble fondo para el catecismo, las enciclopedias, los cuadernos de caligrafía, los de cálculo; la rejilla de madera para aislar de la humedad del suelo de aquella escuela sin más calor que el de le rota estufa de leña colocada donde se acaba la tarima, en la esquina que separa la mesa del maestro de los pupitres dobles.
Ahí muere de olvido, con los viejos pupitres, la costumbre de acudir temprano y por orden a prender la estufa para después esperar en el porche al ‘señor maestro’ y decirle a coro “buenos días tenga usted”.
Ahí mueren de olvido, con los tres pupitres de la foto, los mapas físicos y políticos colgados en la pared, las piezas geométricas de madera, las biografías de santas y heroínas, las guirnaldas de la historia, la foto de fin de curso en pantalón corto y repeinado sentado junto al globo terráqueo y varios libros, la leche en polvo que un día nos regalaron los americanos cuando en nuestras casas sólo había leche... de vaca.
Ahí vive el olvido
(DE "IMAGEN Y PALABRAS")
Ahí, arrumbados contra la pared de la antigua escuela, no están tres pupitres, lo que ahí sufre el olvido de los tiempos es una forma de vivir y educar, de ser educado y obedecer.
Ahí muere de olvido el pupitre y su tintero de porcelana; la ranura para el plumín y el lapicero; el doble fondo para el catecismo, las enciclopedias, los cuadernos de caligrafía, los de cálculo; la rejilla de madera para aislar de la humedad del suelo de aquella escuela sin más calor que el de le rota estufa de leña colocada donde se acaba la tarima, en la esquina que separa la mesa del maestro de los pupitres dobles.
Ahí muere de olvido, con los viejos pupitres, la costumbre de acudir temprano y por orden a prender la estufa para después esperar en el porche al ‘señor maestro’ y decirle a coro “buenos días tenga usted”.
Ahí mueren de olvido, con los tres pupitres de la foto, los mapas físicos y políticos colgados en la pared, las piezas geométricas de madera, las biografías de santas y heroínas, las guirnaldas de la historia, la foto de fin de curso en pantalón corto y repeinado sentado junto al globo terráqueo y varios libros, la leche en polvo que un día nos regalaron los americanos cuando en nuestras casas sólo había leche... de vaca.
Ahí vive el olvido
(DE "IMAGEN Y PALABRAS")