Marilin, que estamos en verano no en semana santa jeeee, vas a trasada o muyy adelantada jeeeeeee
Hola Guapo Omañes, ya, ya, pensé en guardarlo, pero me ha gustado tanto que quise compartirlo con vosotr@s
Era broma mujer, esta muy bien el relato
... a mi me ha gustado muchísimo (todavía sigue) se lo he estado leyendo a mi madre
Domingo, 06.04: Domingo de Pascua. En El Castillo
El Domingo de Pascua en El Castillo se inaugura con un gran repiqueteo de campanas tocando a gloria, din don, din don… Hoy es día de gran brillo en toda la comarca, de estreno en fiestas y vestires. Serán las ocho de la mañana y desde muchos pueblos de Omaña ha ido llegando gente que acude a la llamada de los sagrados bronces de la Ermita del Santísimo Cristo. De camino, a nuestro paso por Riello y Guisatecha, los corredores de las mozas casaderas aparecen engalanados con adornos de hiedra. También hemos podido ver algún que otro carro volcado a la vera del río, fruto de la trastada juvenil de la noche precedente.
Don Niceto Bardón, el párroco, va recibiendo los saludos y venias a la entrada de la ermita. Después de la misa comienza la "procesión del encuentro", mientras las campanas siguen con su incesante repique. La Virgen ha sido vestida para la ocasión, y luce sus mejores galas, con su corona dorada y su manto bordado; un velo negro cubre su rostro. A parte sale el Niño Jesús, vestido con lino almidonado. Cuando las dos comitivas se encuentran llega el momento más feliz y esperado. Un coro palpitante y cálido canta el encuentro entre la Madre el Hijo, una moza quita el velo a María y parece que ésta sonriera feliz por el triunfo de Jesús. De regreso al interior de la ermita, el séquito canta emocionado: "Régimen coeli laetare, alleluia etc." A continuación siguen los cánticos compuestos para cada día, como éste de las Siete Palabras: "Viernes Santo fue dolor […]". Para finalizar la ceremonia, el párroco aplocama o lee por primera vez las amonestaciones de los que se van a casar.
Por la tarde habrá baile y representación teatral, pero no puedo quedarme. El viaje se está terminando y debo volver al Valle Gordo. Desde El Castillo, tras saborear una pica y un excelente cocido omañés en la cantina de Melitón, regreso a Posada de Omaña, muy bien acompañado por José, Gregorio y Evaristo, todos ellos Rubio, y que son, respectivamente, maestros de Fasgar, Posada de Omaña y Torrecillo, y que, como yo, han venido a festejar este día tan especial en El Castillo.
El Domingo de Pascua en El Castillo se inaugura con un gran repiqueteo de campanas tocando a gloria, din don, din don… Hoy es día de gran brillo en toda la comarca, de estreno en fiestas y vestires. Serán las ocho de la mañana y desde muchos pueblos de Omaña ha ido llegando gente que acude a la llamada de los sagrados bronces de la Ermita del Santísimo Cristo. De camino, a nuestro paso por Riello y Guisatecha, los corredores de las mozas casaderas aparecen engalanados con adornos de hiedra. También hemos podido ver algún que otro carro volcado a la vera del río, fruto de la trastada juvenil de la noche precedente.
Don Niceto Bardón, el párroco, va recibiendo los saludos y venias a la entrada de la ermita. Después de la misa comienza la "procesión del encuentro", mientras las campanas siguen con su incesante repique. La Virgen ha sido vestida para la ocasión, y luce sus mejores galas, con su corona dorada y su manto bordado; un velo negro cubre su rostro. A parte sale el Niño Jesús, vestido con lino almidonado. Cuando las dos comitivas se encuentran llega el momento más feliz y esperado. Un coro palpitante y cálido canta el encuentro entre la Madre el Hijo, una moza quita el velo a María y parece que ésta sonriera feliz por el triunfo de Jesús. De regreso al interior de la ermita, el séquito canta emocionado: "Régimen coeli laetare, alleluia etc." A continuación siguen los cánticos compuestos para cada día, como éste de las Siete Palabras: "Viernes Santo fue dolor […]". Para finalizar la ceremonia, el párroco aplocama o lee por primera vez las amonestaciones de los que se van a casar.
Por la tarde habrá baile y representación teatral, pero no puedo quedarme. El viaje se está terminando y debo volver al Valle Gordo. Desde El Castillo, tras saborear una pica y un excelente cocido omañés en la cantina de Melitón, regreso a Posada de Omaña, muy bien acompañado por José, Gregorio y Evaristo, todos ellos Rubio, y que son, respectivamente, maestros de Fasgar, Posada de Omaña y Torrecillo, y que, como yo, han venido a festejar este día tan especial en El Castillo.
Jose, Gregorio y Evaristo Rubio ¿No serían de Vegapujín y nacidos en el siglo pasado? Porque así se llamaba uno de mis bisabuelos y maestro de Torrecillo. ¿De qué texto hablas?