Inolvidable Marilín: Cuando entro en la
cafetería, me giro para contemplar la mesa vacía pero el tiempo me da una espera y al aguardar, te vuelvo a ver sentada y me sonrío porque tu sigues allí, viendo tu semblante, radiante de alegría que al fundirse con el mío, estallan en un pletórico volcán incandescente de jubilo y plenitud indescriptibles. Recibe mi corazón, Rosa de Alejandría.