Le presento mis respetos, srta. Gracias por la gentileza de nuestra querida Marilín. Vengo exausto, montado en mi corcel, pero mi alma se llena de gozo porque ya oteo que me hace señas, desde la
torre del
homenaje del
castillo de Benar. Sus
banderas, orondas, orgullosas y respladecientes ondean en sus atalayas al viento puro de Omaña y mi augusta dama brilla con refulgente luz en lo alto de la fortaleza, luciendo una hermosa pulsera plateada en su mano derecha que yo conseguí arrebatar cómo botín
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