¿Que es esbotar?
Cuando se rompen a mano las vainas a ya secas de las legumbres para sacar su semilla y comersela, hacese con los garbanzos, habas, guisantes etc
¡Gracias! hola Tirso! ya estais de vuelta?
YA ESTAMOS EN LA RUTINA DIARIA, CON PLANES PARA EL INVIERNO.
eSTOS DIASW ME CUENTAN QUE EN LA cRONICA DE LEON O EN EL DIARIO DE LEON HAY UN ARTICULO INTERESANTE SOBRE, PEPE EL DE ARIEGO, HABLA DE LOS VALCARCE.
hABER SI ALGUIEN LO ENCUENTRA Y NOS LO CUENTA
eSTOS DIASW ME CUENTAN QUE EN LA cRONICA DE LEON O EN EL DIARIO DE LEON HAY UN ARTICULO INTERESANTE SOBRE, PEPE EL DE ARIEGO, HABLA DE LOS VALCARCE.
hABER SI ALGUIEN LO ENCUENTRA Y NOS LO CUENTA
La Cronica de Leon:
"Ultimo noble de Omaña, ultimo vecino de Ariego"
...... ¡coñes! y los demás no semos nobles?
"Ultimo noble de Omaña, ultimo vecino de Ariego"
...... ¡coñes! y los demás no semos nobles?
Si era el ultimo vecino de Ariego, seguro que no hay ni pueblo,
¡los demas somos muy nobles!
¡los demas somos muy nobles!
Último noble de Omaña, último vecino de Ariego
El último Valcarce que sigue en su tierra queda solo en invierno en el pueblo
MAURICIO PEÑA
F. Fernández / Ariego
Las calles de Ariego están prácticamente vacías incluso en verano. En invierno lo están. Aparece una mujer que casi te obliga a preguntar pues tampoco parece muy interesada en apartarse para que pase el coche.
- ¿Dónde vive Pepe?
- ¿El de los Valcarce?
- Sí.
- Al otro lado de la carretera, es la casona que hay allí, junto a la ermita, que también es de la casona. Por allí andará, está su cuñada ahora, por el invierno no, se queda solo... ¿Hoy no será sábado o domingo? Porque igual fue con don Manuel el cura a ayudarle a misa por algún pueblo.
- Vale, muchas gracias.
- Oiga, ¿no habrá novedad?
- No, sólo vamos a verlo.
- Me alegro, porque él está muy bien pero es mayor, aquí la verdad es que todos somos mayores.
Da gusto encontrar gente así. Si José Rodríguez Valcarce no llega a estar en casa a buen seguro que habríamos podido hacer el reportaje igual, datos no nos iban a faltar, pero Pepe el de Ariego, así le llama todo el mundo, sí estaba en casa, nos recibe en su precioso portalón empedrado, nos enseña el dintel de piedra en el que escrito está que la casona es de 1763 y nos invita a entrar, a tomar un vino y pinchar, mientras conversa sin parar y sin ningún tapujo.
- ¿Decís que sois de La Crónica de León?
- Sí.
- ¿Ésa es la que se da con La Gaceta?
- No, con el ABC.
Se queda un rato pensando... “Con el ABC, bueno, hombre el ABC también es buen periódico”.
Ya sabéis cómo piensa Pepe el de Ariego en política; incluso en su estudio, en el que escribe cartas cada día a los personajes más variados de la vida social y política mundial, sigue colgado un retrato del anterior jefe del estado, Franco, y no oculta que de las muchas tertulias que sigue la que más le gusta es la de Intereconomía. Pero si le visitas jamás será un obstáculo la política, no te sentirás a disgusto hablando con este hombre afable y cercano que, curiosamente, tiene sobre la mesa su última lectura, el último libro de los historiadores Secundino Serrano y Wenceslao Álvarez Oblanca ‘. “Está muy bien el libro, muy documentado”.
La lectura, escribir cartas y pasear son sus grandes pasiones. Y cuidar la vieja casona señorial que ha heredado de su larga familia (el año pasado logró reunir en verano a 103 miembros de la misma repartidos por todo el mundo). Te muestra orgulloso como ha recuperado la vieja chimenea que se había cegado, por las paredes siguen todos los utensilios necesarios para la vida diaria, también el horno para el pan, las palas de sacarlo, la pregancia, la alacena, los varales de colgar la matanza con sus latas en las esquinas para que los ratones no hagan de las suyas, viejos muebles de madera que son verdaderas joyas, cuadros, libros de históricas bibliotecas de sus antepasados...
Pero Pepe el de Ariego no te dejará marchar sin que vayas a ver algunas de las obras que se han hecho en este pueblo del que lleva siendo presidente muchas décadas. La vieja fuente que ahora también es merendero (“bebe de este agua, prueba”), nos desvela su afán por ampliar el puente, abre orgulloso la ermita familiar y no le gustará nada que te vayas sin ver su pequeño molino, de la misma época de la casa, que aún funciona. “Ahora en verano baja poca agua y no muele, pero vuelvan en otoño y lo echamos a moler”.
Hay un lugar mágico, la galería, desde la que ves a los mastines jugar en el corral empedrado, con una luz inigualable, pero su rincón especial es el escritorio, allí dondeescribe cartas a todo el mundo.
El último Valcarce que sigue en su tierra queda solo en invierno en el pueblo
MAURICIO PEÑA
F. Fernández / Ariego
Las calles de Ariego están prácticamente vacías incluso en verano. En invierno lo están. Aparece una mujer que casi te obliga a preguntar pues tampoco parece muy interesada en apartarse para que pase el coche.
- ¿Dónde vive Pepe?
- ¿El de los Valcarce?
- Sí.
- Al otro lado de la carretera, es la casona que hay allí, junto a la ermita, que también es de la casona. Por allí andará, está su cuñada ahora, por el invierno no, se queda solo... ¿Hoy no será sábado o domingo? Porque igual fue con don Manuel el cura a ayudarle a misa por algún pueblo.
- Vale, muchas gracias.
- Oiga, ¿no habrá novedad?
- No, sólo vamos a verlo.
- Me alegro, porque él está muy bien pero es mayor, aquí la verdad es que todos somos mayores.
Da gusto encontrar gente así. Si José Rodríguez Valcarce no llega a estar en casa a buen seguro que habríamos podido hacer el reportaje igual, datos no nos iban a faltar, pero Pepe el de Ariego, así le llama todo el mundo, sí estaba en casa, nos recibe en su precioso portalón empedrado, nos enseña el dintel de piedra en el que escrito está que la casona es de 1763 y nos invita a entrar, a tomar un vino y pinchar, mientras conversa sin parar y sin ningún tapujo.
- ¿Decís que sois de La Crónica de León?
- Sí.
- ¿Ésa es la que se da con La Gaceta?
- No, con el ABC.
Se queda un rato pensando... “Con el ABC, bueno, hombre el ABC también es buen periódico”.
Ya sabéis cómo piensa Pepe el de Ariego en política; incluso en su estudio, en el que escribe cartas cada día a los personajes más variados de la vida social y política mundial, sigue colgado un retrato del anterior jefe del estado, Franco, y no oculta que de las muchas tertulias que sigue la que más le gusta es la de Intereconomía. Pero si le visitas jamás será un obstáculo la política, no te sentirás a disgusto hablando con este hombre afable y cercano que, curiosamente, tiene sobre la mesa su última lectura, el último libro de los historiadores Secundino Serrano y Wenceslao Álvarez Oblanca ‘. “Está muy bien el libro, muy documentado”.
La lectura, escribir cartas y pasear son sus grandes pasiones. Y cuidar la vieja casona señorial que ha heredado de su larga familia (el año pasado logró reunir en verano a 103 miembros de la misma repartidos por todo el mundo). Te muestra orgulloso como ha recuperado la vieja chimenea que se había cegado, por las paredes siguen todos los utensilios necesarios para la vida diaria, también el horno para el pan, las palas de sacarlo, la pregancia, la alacena, los varales de colgar la matanza con sus latas en las esquinas para que los ratones no hagan de las suyas, viejos muebles de madera que son verdaderas joyas, cuadros, libros de históricas bibliotecas de sus antepasados...
Pero Pepe el de Ariego no te dejará marchar sin que vayas a ver algunas de las obras que se han hecho en este pueblo del que lleva siendo presidente muchas décadas. La vieja fuente que ahora también es merendero (“bebe de este agua, prueba”), nos desvela su afán por ampliar el puente, abre orgulloso la ermita familiar y no le gustará nada que te vayas sin ver su pequeño molino, de la misma época de la casa, que aún funciona. “Ahora en verano baja poca agua y no muele, pero vuelvan en otoño y lo echamos a moler”.
Hay un lugar mágico, la galería, desde la que ves a los mastines jugar en el corral empedrado, con una luz inigualable, pero su rincón especial es el escritorio, allí dondeescribe cartas a todo el mundo.