Portada > Vivir LAS INOLVIDABLES / Día de la Mujer
De señorita de derechas a mecenas del rojerío
Primera mujer concejal con Primo de Rivera, estuvo presa en León y Saturrarán y cedió una casa parasede de Grutélipo
Fulgencio Fernández / León
En esta ‘Semana de la Mujer’ llega a este rincón de inolvidables una de las mujeres más singulares que ha dado esta tierra, María Sánchez Miñambres, de la que en titulares cortos se podría decir: que fue rica, viajera, culta, libre, de derechas primero y buscada para ser paseada por los falangistas después, mecenas del rojerío leonés en su etapa final, primera mujer concejal del Ayuntamiento de León en 1926, víctima de las fechorías del gobernador Carlos Pinilla que se quedó con su casa por una peseta, empresaria de éxito y raza, primera mujer socio de la Cultural, elegante hasta causar envidia, en fin... Marucha, ‘La Coja’ de Marzanas, como la recuerda el pueblo uniendo en su apodo el defecto físico que le quedó de una caída mientras montaba a caballo cuando sólo tenía 12 años y la finca familiar que supo llevar con mano firme mostrándose como una exitosa mujer de negocios al frente de este caserío de casi cien hectáreas de superficie, cerca de Grulleros, donde hoy está una estación experimental de la Junta.
Rica de cuna
Entre los calificativos de ‘la Miñambres’, como le llamaban sus amigos, está el de rica, lo era de cuna, como tercera hija de una singular familia, en la que su bisabuelo Perfecto Sánchez fue arquitecto, profesión que heredó su hijo Fernando, que trabajó en la Catedral de León y es el ‘padre’ del atrio y su verjas. Detrás de la saga de los arquitectos llegaron los abogados, profesión de José Sánchez Puelles, padre de María Sánchez Miñambres, que también estudió Derecho, pero ninguno de los dos ejerció esta carrera para centrarse en la administración del rico patrimonio familiar.
Marucha tuvo otras dos hermanas, Inda (Indalecia) y Dina (Segunda), también con una singular biografía, aunque alejada de los numerosos avatares sufridos por María.
Otros rasgos que destacan todos los que conocieron a María son su elegancia y belleza, parece ser que heredados de su madre, Agustina Miñambres.
Esta ‘riqueza’ de cuna de la familia Sánchez Miñambres no fue, sin embargo, la de una familia al uso. Victoriano Crémer, que conoció a las tres hermanas escribía: “Lo de las Miñambres sí era ser ricas de verdad, paseando por Ordoño con su institutriz, francesa como no; montando a caballo en su finca, en las afueras, por supuesto; tocando el piano en las reuniones sociales, estudiando en la Sorbona de verdad, la del París de la Francia...”. Y Pepe Muñiz, que controla a toda ‘la vasca’ leonesa durante décadas recuerda, como no, “la belleza de aquella gente, pero no sé cómo decirte, es más que belleza, era sobre todo cultura. Eran de esas que pasaban y después la gente se quedaba mirando para comentar algo”.
Sabían tocar un instrumento, —Marucha la bandurria, sus hermanas el piano— hablaban francés... Y María se empeñó en estudiar bachillerato en León (hay que recordar que había nacido en 1890) siendo, por supuesto, la única alumna del curso. Pero no quedó ahí la ‘excentricidad’ académica de esta joven leonesa que decidió irse a estudiar a la Sorbona, en París.
Un novio ruso
Su estancia en París sí que debió suponer un profundo cambio en la vida de María Sánchez Miñambres. De aquel León de los años 10 y 20 del pasado siglo salta a la capital francesa, donde se codea con gente como Claudio Sánchez Albornoz y, sobre todo, un conocido personaje de la sociedad parisina de la época: Ilja Ehrenburg, al que el estudioso leonés Javier Tomé, seguramente quien primero ofreció la verdadera dimensión de esta leonesa, define como “un escritor ruso de culto, cuyas obras satirizaban despiadadamente un mundo que se deslizaba con total despreocupación hacia el cataclismo de la II Guerra Mundial”.
Aquello fue más que una amistad y Ehrenburg le pidió matrimonio a la leonesa. María regresó a casa para ‘pedir permiso’ y su madre, la discreta ‘doña Agustina’, puso el grito en el cielo y parece que su hija lo aceptó con cierta docilidad.
Primera concejala
Fue María Sánchez Miñambres una mujer desconcertante en muchos momentos, como en este citado asunto del novio ruso y la ruptura impuesta. A su regreso inicia la etapa más controvertida y sorprendente, en la que pasa de ser ‘afín’a la Unión Patriótica del dictador Primo de Rivera, lo que propicia su nombramiento como concejala en 1926, a ser perseguida de forma terrible en la guerra y la posguerra.
Para el citado Javier Tomé la explicación es tan sencilla como entender el ambiente que se vivía en la ciudad en aquellos tiempos. Es evidente que María Sánchez Miñambres era un personaje de aquel León de los años 20, por su familia, por su estancia en París estudiando en La Sorbona, por su elegancia, llegando a ser la encargada de entregarle un ramo de flores a la Reina Victoria Eugenia en una visita a León. Escribía Tomé que “en contraposición al oropel de los fastos públicos, una corriente de malsana envidia se fue generando hacia aquella mujer de vanguardia que destacaba en una forma que muchos consideraban intolerable. A pesar de estar afiliada a la derechista Unión Patriótica de Primo de Rivera e incluso de coquetear con la naciente Falange Española, como prueba un excepcional documento gráfico que muestra al líder nacional José Antonio acompañado por María y los primeros miembros del partido que se afiliaron en León, los meapilas de sacristía y aquellos fascistas que se bautizaron en sangre poco tiempo después, nunca pudieron perdonar los modelitos parisinos que lucía en el paseo de Ordoño, ni la libertad espiritual de una mujer básicamente audaz y atrevida”.
A la cárcel
Esta misma idea de Tomé la compartía el abogado asturiano Guillermo Miaja, amigo de la familia de una de sus hermanas (losAza), quien explicaba en una conferencia en Pola de Lena sobre Vital Aza que “en una guerra todo se hace muy complicado de entender, lo mejor y lo peor de cada ser humano puede aparecer. Conozco de primera mano el testimonio de una mujer leonesa irrepetible, María, cuñada de Luis Aza, a la que la sociedad leonesa machacó de manera indecente después de ser uno de sus personajes más relevantes, una adelantada a su tiempo, tanto que quiso realizar estudios de perito agrónomo y no pudo por no estar contemplado para las mujeres”.
Y nuestra Marucha fue acusada de ‘afecta a la República’ y visitó primero la tristemente famosa prisión de San Marcos, fue buscada para ser paseada y posteriormente acabó en la prisión donostiarra de mujeres de Saturrarán.
De señorita de derechas a mecenas del rojerío
Primera mujer concejal con Primo de Rivera, estuvo presa en León y Saturrarán y cedió una casa parasede de Grutélipo
Fulgencio Fernández / León
En esta ‘Semana de la Mujer’ llega a este rincón de inolvidables una de las mujeres más singulares que ha dado esta tierra, María Sánchez Miñambres, de la que en titulares cortos se podría decir: que fue rica, viajera, culta, libre, de derechas primero y buscada para ser paseada por los falangistas después, mecenas del rojerío leonés en su etapa final, primera mujer concejal del Ayuntamiento de León en 1926, víctima de las fechorías del gobernador Carlos Pinilla que se quedó con su casa por una peseta, empresaria de éxito y raza, primera mujer socio de la Cultural, elegante hasta causar envidia, en fin... Marucha, ‘La Coja’ de Marzanas, como la recuerda el pueblo uniendo en su apodo el defecto físico que le quedó de una caída mientras montaba a caballo cuando sólo tenía 12 años y la finca familiar que supo llevar con mano firme mostrándose como una exitosa mujer de negocios al frente de este caserío de casi cien hectáreas de superficie, cerca de Grulleros, donde hoy está una estación experimental de la Junta.
Rica de cuna
Entre los calificativos de ‘la Miñambres’, como le llamaban sus amigos, está el de rica, lo era de cuna, como tercera hija de una singular familia, en la que su bisabuelo Perfecto Sánchez fue arquitecto, profesión que heredó su hijo Fernando, que trabajó en la Catedral de León y es el ‘padre’ del atrio y su verjas. Detrás de la saga de los arquitectos llegaron los abogados, profesión de José Sánchez Puelles, padre de María Sánchez Miñambres, que también estudió Derecho, pero ninguno de los dos ejerció esta carrera para centrarse en la administración del rico patrimonio familiar.
Marucha tuvo otras dos hermanas, Inda (Indalecia) y Dina (Segunda), también con una singular biografía, aunque alejada de los numerosos avatares sufridos por María.
Otros rasgos que destacan todos los que conocieron a María son su elegancia y belleza, parece ser que heredados de su madre, Agustina Miñambres.
Esta ‘riqueza’ de cuna de la familia Sánchez Miñambres no fue, sin embargo, la de una familia al uso. Victoriano Crémer, que conoció a las tres hermanas escribía: “Lo de las Miñambres sí era ser ricas de verdad, paseando por Ordoño con su institutriz, francesa como no; montando a caballo en su finca, en las afueras, por supuesto; tocando el piano en las reuniones sociales, estudiando en la Sorbona de verdad, la del París de la Francia...”. Y Pepe Muñiz, que controla a toda ‘la vasca’ leonesa durante décadas recuerda, como no, “la belleza de aquella gente, pero no sé cómo decirte, es más que belleza, era sobre todo cultura. Eran de esas que pasaban y después la gente se quedaba mirando para comentar algo”.
Sabían tocar un instrumento, —Marucha la bandurria, sus hermanas el piano— hablaban francés... Y María se empeñó en estudiar bachillerato en León (hay que recordar que había nacido en 1890) siendo, por supuesto, la única alumna del curso. Pero no quedó ahí la ‘excentricidad’ académica de esta joven leonesa que decidió irse a estudiar a la Sorbona, en París.
Un novio ruso
Su estancia en París sí que debió suponer un profundo cambio en la vida de María Sánchez Miñambres. De aquel León de los años 10 y 20 del pasado siglo salta a la capital francesa, donde se codea con gente como Claudio Sánchez Albornoz y, sobre todo, un conocido personaje de la sociedad parisina de la época: Ilja Ehrenburg, al que el estudioso leonés Javier Tomé, seguramente quien primero ofreció la verdadera dimensión de esta leonesa, define como “un escritor ruso de culto, cuyas obras satirizaban despiadadamente un mundo que se deslizaba con total despreocupación hacia el cataclismo de la II Guerra Mundial”.
Aquello fue más que una amistad y Ehrenburg le pidió matrimonio a la leonesa. María regresó a casa para ‘pedir permiso’ y su madre, la discreta ‘doña Agustina’, puso el grito en el cielo y parece que su hija lo aceptó con cierta docilidad.
Primera concejala
Fue María Sánchez Miñambres una mujer desconcertante en muchos momentos, como en este citado asunto del novio ruso y la ruptura impuesta. A su regreso inicia la etapa más controvertida y sorprendente, en la que pasa de ser ‘afín’a la Unión Patriótica del dictador Primo de Rivera, lo que propicia su nombramiento como concejala en 1926, a ser perseguida de forma terrible en la guerra y la posguerra.
Para el citado Javier Tomé la explicación es tan sencilla como entender el ambiente que se vivía en la ciudad en aquellos tiempos. Es evidente que María Sánchez Miñambres era un personaje de aquel León de los años 20, por su familia, por su estancia en París estudiando en La Sorbona, por su elegancia, llegando a ser la encargada de entregarle un ramo de flores a la Reina Victoria Eugenia en una visita a León. Escribía Tomé que “en contraposición al oropel de los fastos públicos, una corriente de malsana envidia se fue generando hacia aquella mujer de vanguardia que destacaba en una forma que muchos consideraban intolerable. A pesar de estar afiliada a la derechista Unión Patriótica de Primo de Rivera e incluso de coquetear con la naciente Falange Española, como prueba un excepcional documento gráfico que muestra al líder nacional José Antonio acompañado por María y los primeros miembros del partido que se afiliaron en León, los meapilas de sacristía y aquellos fascistas que se bautizaron en sangre poco tiempo después, nunca pudieron perdonar los modelitos parisinos que lucía en el paseo de Ordoño, ni la libertad espiritual de una mujer básicamente audaz y atrevida”.
A la cárcel
Esta misma idea de Tomé la compartía el abogado asturiano Guillermo Miaja, amigo de la familia de una de sus hermanas (losAza), quien explicaba en una conferencia en Pola de Lena sobre Vital Aza que “en una guerra todo se hace muy complicado de entender, lo mejor y lo peor de cada ser humano puede aparecer. Conozco de primera mano el testimonio de una mujer leonesa irrepetible, María, cuñada de Luis Aza, a la que la sociedad leonesa machacó de manera indecente después de ser uno de sus personajes más relevantes, una adelantada a su tiempo, tanto que quiso realizar estudios de perito agrónomo y no pudo por no estar contemplado para las mujeres”.
Y nuestra Marucha fue acusada de ‘afecta a la República’ y visitó primero la tristemente famosa prisión de San Marcos, fue buscada para ser paseada y posteriormente acabó en la prisión donostiarra de mujeres de Saturrarán.