Las cofradías en Omaña: Cofradía de San Roque. Posada de Omaña-
ANTECEDENTES DE LA COFRADIA
Para todo amante de la cultura y tradiciones de la Comarca leonesa de Omaña, comprendida por los municipios de Murias de Paredes, Riello, Soto y Amío y Valdesamario, y que quiera interesarse por la devoción multisecular de San Roque y su Cofradía, no podrá hacerlo más que a través del culto a Nuestra Señora de Peñafurada y su cofradía, hoy desgraciadamente extinta.
Lo que en la actualidad se conoce con el nombre de la "Virgen de la Casa", tiempos atrás Nuestra Señora de Peñafurada, comprende hoy una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, asentada sobre un collado, testigo fiel de la equidistancia entre los pueblos de Posada de Omaña y Tremor de Arriba, último enclave del Bierzo Alto. Median entre uno y otro pueblo 10 kilómetros, unidos por un camino solamente apto para carros de bueyes que lo transitaron con asiduidad monótona tiempos atrás. Su máxima dificultad se centra al doblar el puerto del Alto Pando, con una altitud de 1.640 m. sobre el nivel del mar.
Aunque la ascensión de este puerto no es nada fácil, sin embargo fue paso obligado durante toda la Edad Media para muchos devotos de Santiago que, por una u otra razón, hicieron voto de llegarse hasta el Apóstol de las Españas.
Era imposible por aquel entonces enlazar con el camino de Compostela por la zona del Sil, poblada de osos, lobos y jabalíes. Lo mismo ocurría desde Fasgar hasta Colinas, un encantador pueblo del Alto Bierzo. La búsqueda del Camino de Santiago, tanto para omañeses, babianos, asturianos y algún que otro santanderino, resultaba bastante cómoda desde Posada de Omaña hasta Tremor, aldea relativamente próxima al camino Jacobeo, transitado por aquellos que deseaban dar el abrazo tradicional a nuestro Apóstol. Pero incluso esos 10 kilómetros que median entre los dos pueblos arriba citados, eran una pesadilla en tiempos de nieve y deshielo. Pero mayor pesadilla era aún el tener que recorrer 110 kilómetros más, si se hacía el camino ordinario por la ribera del Orbigo.
Contando con estas dificultades, no cabe duda que para muchos peregrinos resultaba más cómodo acometer esa andadura de 10 kilómetros, haciendo noche en un caserío próximo a la ermita de Nuestra Señora de Peñafurada. Además se veían una vez más envueltos en la luz que unos cuantos kilómetros al oeste hacía vela sobre los restos del patrono ilustre de España. La historia es testigo fiel de que, hasta no hace muchas décadas, en el albergue lindero con la ermita se ofrecía al caminante unas sopas de ajo al estilo montañés y una jarra de buen vino. Y para que ho faltase nada y el "casero" o administrador de los bienes del Santuario de la Virgen, pudiese remediar la estrechez de los estómagos desabastecidos y proporcionar un suave relax a unas piernas doloridas por tanto caminar, la mayoría de las veces entre el heno del pajar, los vecinos de Posada, Vegapujín y Torrecillo, supieron poner como propietaria absoluta a Nuestra Señora de la Asunción, tanto de la casa-albergue, como de la docena de prados, tierras de cultivo, además de una fuerte renta proporcionada por bueyes, vacas, terneros y cabras. Valga como muestra el testimonio siguiente:
Cuentas que yo Dn. Alvaro Rodríguez, párroco de San Pedro de Posada de Omaña, tomé a José Alvarez, vecino de este pueblo y a Juan García vecino de Vegapujín, mayordomos que fueron de Nuestra Señora de Peñafurada, desde el 15 de Agosto de 1853, hasta igual día de 1855 y son como siguen:
205 reales. Primeramente se hace cargo de 205 reales de un buey que se vendió en pública subasta a Manuel González, vecino de Posada.
182 reales de una vaca que se remató el mismo día a Matías Calzada.
150 reales de cuatro machos cabríos que se vendieron a unos castroneros.
40 de un camero que se vendió a mí, el párroco.
Tales cuentas no sólo eran revisadas por el cura del lugar; también, de vez en cuando, el Señor Obispo o su delegado tenían sumo cuidado de inspeccionarlas ellos mismos, recomendando además, en cada revisión, que el párroco vigilase, a fin de que el casero atendiese debidamente a todos y cada uno de los caminantes.
Menos mal que allá por los años de 1836, pensó Mendizábal que los sudores y privaciones de nuestros antepasados, en favor de tan sana intención, estaban mejor en manos del Estado que bajo la protección de la Reina del Cielo. Y con todo, la Cofradía siguió, gracias a que un juez de León dictaminó que el Estado no tenía nada que ver con los ganados. Quizás ante el temor de un nuevo expolio se vendió todo el patrimonio de ganados por el importe de 5.000 reales. Esto constituyó el golpe mortal de la Cofradía, porque los dineros se gastaron sin que hasta la fecha se sepa en qué.
ANTECEDENTES DE LA COFRADIA
Para todo amante de la cultura y tradiciones de la Comarca leonesa de Omaña, comprendida por los municipios de Murias de Paredes, Riello, Soto y Amío y Valdesamario, y que quiera interesarse por la devoción multisecular de San Roque y su Cofradía, no podrá hacerlo más que a través del culto a Nuestra Señora de Peñafurada y su cofradía, hoy desgraciadamente extinta.
Lo que en la actualidad se conoce con el nombre de la "Virgen de la Casa", tiempos atrás Nuestra Señora de Peñafurada, comprende hoy una ermita dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, asentada sobre un collado, testigo fiel de la equidistancia entre los pueblos de Posada de Omaña y Tremor de Arriba, último enclave del Bierzo Alto. Median entre uno y otro pueblo 10 kilómetros, unidos por un camino solamente apto para carros de bueyes que lo transitaron con asiduidad monótona tiempos atrás. Su máxima dificultad se centra al doblar el puerto del Alto Pando, con una altitud de 1.640 m. sobre el nivel del mar.
Aunque la ascensión de este puerto no es nada fácil, sin embargo fue paso obligado durante toda la Edad Media para muchos devotos de Santiago que, por una u otra razón, hicieron voto de llegarse hasta el Apóstol de las Españas.
Era imposible por aquel entonces enlazar con el camino de Compostela por la zona del Sil, poblada de osos, lobos y jabalíes. Lo mismo ocurría desde Fasgar hasta Colinas, un encantador pueblo del Alto Bierzo. La búsqueda del Camino de Santiago, tanto para omañeses, babianos, asturianos y algún que otro santanderino, resultaba bastante cómoda desde Posada de Omaña hasta Tremor, aldea relativamente próxima al camino Jacobeo, transitado por aquellos que deseaban dar el abrazo tradicional a nuestro Apóstol. Pero incluso esos 10 kilómetros que median entre los dos pueblos arriba citados, eran una pesadilla en tiempos de nieve y deshielo. Pero mayor pesadilla era aún el tener que recorrer 110 kilómetros más, si se hacía el camino ordinario por la ribera del Orbigo.
Contando con estas dificultades, no cabe duda que para muchos peregrinos resultaba más cómodo acometer esa andadura de 10 kilómetros, haciendo noche en un caserío próximo a la ermita de Nuestra Señora de Peñafurada. Además se veían una vez más envueltos en la luz que unos cuantos kilómetros al oeste hacía vela sobre los restos del patrono ilustre de España. La historia es testigo fiel de que, hasta no hace muchas décadas, en el albergue lindero con la ermita se ofrecía al caminante unas sopas de ajo al estilo montañés y una jarra de buen vino. Y para que ho faltase nada y el "casero" o administrador de los bienes del Santuario de la Virgen, pudiese remediar la estrechez de los estómagos desabastecidos y proporcionar un suave relax a unas piernas doloridas por tanto caminar, la mayoría de las veces entre el heno del pajar, los vecinos de Posada, Vegapujín y Torrecillo, supieron poner como propietaria absoluta a Nuestra Señora de la Asunción, tanto de la casa-albergue, como de la docena de prados, tierras de cultivo, además de una fuerte renta proporcionada por bueyes, vacas, terneros y cabras. Valga como muestra el testimonio siguiente:
Cuentas que yo Dn. Alvaro Rodríguez, párroco de San Pedro de Posada de Omaña, tomé a José Alvarez, vecino de este pueblo y a Juan García vecino de Vegapujín, mayordomos que fueron de Nuestra Señora de Peñafurada, desde el 15 de Agosto de 1853, hasta igual día de 1855 y son como siguen:
205 reales. Primeramente se hace cargo de 205 reales de un buey que se vendió en pública subasta a Manuel González, vecino de Posada.
182 reales de una vaca que se remató el mismo día a Matías Calzada.
150 reales de cuatro machos cabríos que se vendieron a unos castroneros.
40 de un camero que se vendió a mí, el párroco.
Tales cuentas no sólo eran revisadas por el cura del lugar; también, de vez en cuando, el Señor Obispo o su delegado tenían sumo cuidado de inspeccionarlas ellos mismos, recomendando además, en cada revisión, que el párroco vigilase, a fin de que el casero atendiese debidamente a todos y cada uno de los caminantes.
Menos mal que allá por los años de 1836, pensó Mendizábal que los sudores y privaciones de nuestros antepasados, en favor de tan sana intención, estaban mejor en manos del Estado que bajo la protección de la Reina del Cielo. Y con todo, la Cofradía siguió, gracias a que un juez de León dictaminó que el Estado no tenía nada que ver con los ganados. Quizás ante el temor de un nuevo expolio se vendió todo el patrimonio de ganados por el importe de 5.000 reales. Esto constituyó el golpe mortal de la Cofradía, porque los dineros se gastaron sin que hasta la fecha se sepa en qué.
interesante muy interesante.