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MANZANEDA DE OMAÑA: Genial

El tiempo fortalece las relaciones verdaderas y divide aquellas falsas.

Buenos dias 16ºgrados, a llovido y esta nublado. Feliz dia.
Besitos.

Así hablamos, así vivimos: así somos.

Porque nosotros, hablando en leonés:

No nos hacemos daño, nos mancamos; si nos pillamos los dedos en las puertas nos entallamos; nos ponemos encaños, no vendas; no estornudamos, esperriamos; no nos ahogamos, nos añosgamos o esgañamos; no tenemos garganta, sino gañato; no nos duela la raíz de un diente, sino algún regaño; no somos bizcos, sino ñisgos, ni tartamudos, sino zarabetos; no tenemos ingles, sino brias; no nos duelen las sienes, sino las vidayas; no se nos queda un miembro rígido, sino reco.

Si nos duele un dedo, el dolor procede de nuestras manos, pero si lo hace una deda, el dolor procede de un dedo del pie. Si tenemos mala cara estamos abufarraos. Si nos quejamos, damos agraídos. No nos salen ampollas, sino bojas o tortollos. Si se nos infecta una herida, nos sale un teto de pus. No nos mareamos, nos amoiramos. Si nos lastimamos las piernas, nos escadrilamos.
Comemos lloscos, mantigones, peras morgas, morondones, brunos, cuscuritos, picas, bollos rallones, frisuelos, berzas llandias, afréjoles, chichos… Si comemos frutas royas, nos entra rugidera de tripas; si comemos mucho, tenemos llenura; si no comemos, estamos esfambriaos; si no tenemos apetito, somos unos mirrias y si estamos muy lucidos, estamos como una lundre.
No cerramos las puertas, las trancamos o achavetamos, en cambio, sí cerramos los praos con cierros, que aseguramos en fincones con vilortos y ponemos cancillones en las entradas.
Si se nos pierde algo, no sabemos qué sumicio ha llevado, se ha escatramundiao o escalandriao; si nos da pereza hacer algo, terrecemos o nos aborrece hacerlo. Si tenemos calor, nos afaronamos; si no queremos arrecernos o hacer tachuelas de frío, nos acercamos al remuerto, con cuidado para que no nos salgan cabritas en las piernas o se nos esture la ropa y le salgan raposas.
Los omañeses debemos de ser expresivos, porque hacemos parajismos, gayolas, cigañuelas, figuras, esparavanes, jerigoncias, somos ajagüeiros... Somos personas de buen carácter, pero si nos enfadamos decimos algún recristo; si no nos llevamos bien con alguien, no filamos bien; si no aceptamos las órdenes, rezungamos, repichuleamos, somos unos recationes o formamos algún espolín a pesar de que de rapaces varias veces nos regalaron un sí señor y un mande usté para educarnos convenientemente. En general, somos serios, pero a veces nos manifestamos con joites y nos presta contar cusillinas y decir reflanes. Cuando nuestros guajes están contentos hacen jingrio, pero cuando se ponen pesados están enjecosos, y si lloran poco, junjuren, y si lloran mucho, se esberrizan.
No nos gusta estar de espeto, de plantón o derechos, por eso nos sentamos en sentones y escañiles.
Si somos buenos mozos, somos navarros, varales, bigardos…, si somos flacos, jijas o jeijas, jibletos, tanganiellos, mirrias…
Si miramos a nuestro alrededor estamos rodeados de un paisaje singular: montes, valles y vallinas, carcavones, cuetos, peñas, coronas…, a veces enmarcados con fosos de castros o carreliegos romanos, con campares, camparones, llamas y llamargos o poblados también de plantas autóctonas: rebollos, peornos, carqueisa, urces… que en otra época escotábamos con machetas para prender la lumbre y con azadones con que se arrancaban las cepas que luego se metían por la fornigüela y hacían una buena candela.

Nuestros valles son una alfombra de plantas (chopos jóvenes), negrillos, salgueros, paleras, cerezales, brunales, guindales, manzanales, castañales… (con sufijo –al y en femenino, en lugar de cerezos, manzanos, castaños…, como en castellano). Y nuestros praos, veigas y coutos son de pelo de un dueño y de otoño de otro. En nuestros bagos crecen los afréjoles y otras verduras muy viciosas, porque son regadas a manta. Cuando el calor aprieta se amostecen y se pone la tierra resequida. En nuestras chanas y chanos se sembraba seruendo. Todos sabemos lo que es la solana y el abesedo o abeséu.

También tenemos nuestras palabras para hablar del clima: aquí no hay tormenta, vien la nube, que espantamos con jaculatorias (Tente, nube, tente tú, que Dios puede, más que tú) o invocaciones a Santa Bárbara y la nube no truena, da tronidos; no relampaguea, relampa y los rayos hacen colubrinas en el cielo… Y luego vemos pintiar o caer un chapuzo o una chaparrada, que provocan chaguazales por las calles. Y así muchos cientos de palabras más.

Acto de presentación del libro en la Casa de León en Madrid. La autora, con José María Merino, Francisco Cabezuelo y José María Hidalgo

Lo dicho no resulta extraño en León, y menos en Omaña, sin embargo, estas y muchas más palabras como las que acabo de mencionar son desconocidas o llamativas para hablantes de un ámbito no leonés. Pero con estas palabras entendemos la forma de vivir, de ser y de sentir de las gentes de la montaña leonesa.

Fragmento de las palabras pronunciadas por Margarita Álvarez en la presentación del libro “El habla tradicional de la Omaña Baja” en León (2010) y Madrid (2011).

Genial