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MEDIO AMBIENTE / Castrocontrigo sigue en nivel cero
“En mis 43 años de servicio, nunca vi algo igual. El fuego saltaba como bengalas”
El incendio alcanzó una longitud de 23 kilómetos y un perímetro de más de 60
MAURICIO PEÑA
Juan López / León
En su puesto de vigilancia de Castrocontrigo, Esteban controla el horizonte. A las 14.06 horas del domingo avistó varios focos de un posible inicio de fuego en una zona comprendida entre el río Eria y la carretera que une la localidad castreja y Torneros de la Valdería. Justo al lado, dos semanas antes habían prendido, sin éxito en aquella ocasión, muy diferente a lo sucedido en esta tragedia forestal.
Tras dar el aviso pertinente, comienza un operativo que se agranda a cada hora en virtud de la magnitud del incendio. El fuego cruza el río y varios cortafuegos. Tras arder las primeras 3.000 hectáreas, del término de Castrocontrigo, se reduce, pero horas después se reaviva para dirigirse a Tabuyo del Monte, donde los servicios antiincendios conocieron unas llamas de tal virulencia que ni siquiera sus padres habían visto jamás. Así lo confirma el agente medioambiental guarda jefe, Isidro Fernández: “En mis 43 años de servicio, nunca vi algo igual. El fuego saltaba como las bengalas, era imparable. Y creaba una cortina de humo que no dejaba ver el sol. Hemos tenido mucha suerte de no haber lamentado ninguna desgracia personal”.
Un continuo y molesto olor a humo recibe estos días a los visitantes de las comarcas de La Valdería y el valle del Jamuz. Las lágrimas negras que desprenden los habitantes se hacen lógicas al transitar parte de las 10.000 hectáreas calcinadas por el fuego, pues hasta el que no es oriundo puede echarse a llorar con facilidad al abrir los ojos. El paisaje de cenizas que se avista en estas comarcas no se asemeja en nada al que ayudó a cimentar gran parte de la obra del poeta bañezano Antonio Colinas, pues la catástrofe ambiental alcanza dimensiones nunca conocidas en la provincia de León.
Con una mirada apesadumbrada que se pierde en el horizonte del monte abrasado, Isidro Fernández señala con el dedo índice, desde el mirador de Hito Nuevo, a 1.400 metros de altitud, toda la superficie abrasada. Una gran parte pino adulto y resinero, y la otra pino joven de regeneración, que justo ahora comenzaba a ver la luz tras sufrir el famoso incendio del Campo de Tiro del Teleno,.
Un incendio único
El de Castrocontrigo, remarca, no es un fuego cualquiera. En primer lugar, la superficie: “10.000 hectáreas son muchas hectáreas”, con 23 kilómetros de punta a punta del fuego y más de 60 de perímetro, que rodea una negrura y unos montes depresivos que se han instalado en la mente de los vecinos, y en segundo, la virulencia de las llamas. Y es que a pesar de los grandes cortafuegos, de hasta 25 metros, la corteza de los pinos volaba con facilidad, lo que generó que se incendiara todo por donde pasaba.
MEDIO AMBIENTE / Castrocontrigo sigue en nivel cero
“En mis 43 años de servicio, nunca vi algo igual. El fuego saltaba como bengalas”
El incendio alcanzó una longitud de 23 kilómetos y un perímetro de más de 60
MAURICIO PEÑA
Juan López / León
En su puesto de vigilancia de Castrocontrigo, Esteban controla el horizonte. A las 14.06 horas del domingo avistó varios focos de un posible inicio de fuego en una zona comprendida entre el río Eria y la carretera que une la localidad castreja y Torneros de la Valdería. Justo al lado, dos semanas antes habían prendido, sin éxito en aquella ocasión, muy diferente a lo sucedido en esta tragedia forestal.
Tras dar el aviso pertinente, comienza un operativo que se agranda a cada hora en virtud de la magnitud del incendio. El fuego cruza el río y varios cortafuegos. Tras arder las primeras 3.000 hectáreas, del término de Castrocontrigo, se reduce, pero horas después se reaviva para dirigirse a Tabuyo del Monte, donde los servicios antiincendios conocieron unas llamas de tal virulencia que ni siquiera sus padres habían visto jamás. Así lo confirma el agente medioambiental guarda jefe, Isidro Fernández: “En mis 43 años de servicio, nunca vi algo igual. El fuego saltaba como las bengalas, era imparable. Y creaba una cortina de humo que no dejaba ver el sol. Hemos tenido mucha suerte de no haber lamentado ninguna desgracia personal”.
Un continuo y molesto olor a humo recibe estos días a los visitantes de las comarcas de La Valdería y el valle del Jamuz. Las lágrimas negras que desprenden los habitantes se hacen lógicas al transitar parte de las 10.000 hectáreas calcinadas por el fuego, pues hasta el que no es oriundo puede echarse a llorar con facilidad al abrir los ojos. El paisaje de cenizas que se avista en estas comarcas no se asemeja en nada al que ayudó a cimentar gran parte de la obra del poeta bañezano Antonio Colinas, pues la catástrofe ambiental alcanza dimensiones nunca conocidas en la provincia de León.
Con una mirada apesadumbrada que se pierde en el horizonte del monte abrasado, Isidro Fernández señala con el dedo índice, desde el mirador de Hito Nuevo, a 1.400 metros de altitud, toda la superficie abrasada. Una gran parte pino adulto y resinero, y la otra pino joven de regeneración, que justo ahora comenzaba a ver la luz tras sufrir el famoso incendio del Campo de Tiro del Teleno,.
Un incendio único
El de Castrocontrigo, remarca, no es un fuego cualquiera. En primer lugar, la superficie: “10.000 hectáreas son muchas hectáreas”, con 23 kilómetros de punta a punta del fuego y más de 60 de perímetro, que rodea una negrura y unos montes depresivos que se han instalado en la mente de los vecinos, y en segundo, la virulencia de las llamas. Y es que a pesar de los grandes cortafuegos, de hasta 25 metros, la corteza de los pinos volaba con facilidad, lo que generó que se incendiara todo por donde pasaba.