De la propia masa se quitaba un trozo, se metia en una cazuela de barro y se tapaba hasta la próxima vez, nosotros soliamos amasar cada ocho días. No conociamos la levadura.
Muchas veces fui a por el urmiento a en casa la Asturiana.
Pues como me extraña, yo a esa mujer ya no la conocí.