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MANZANEDA DE OMAÑA: Hola Tirso: Interesante lo de las piedras, no lo habia...

Cuando un rayo cae en la arena, puede penetrar varios metros. Su intenso calor (~4.000 °C) funde los granos y crea un tubo sólido de cristal con la forma del rayo. A este tubo se le llama fulgurita”. La electricidad petrificada puede adoptar diversos colores, dependiendo del material de la arena, desde el negro hasta un blanco translúcido.

Se han encontrado fósiles de rayos caídos aproximadamente hace 250 millones de años

SIETE MEDIDAS BAJO TIERRA

En una cita anterior se menciona el hecho de que el rayo hunde siete varas bajo tierra Y después sube la superficie una vara por año tardando siete años en subir a la superficie. Esta creencia está recogida en toda la península ibérica:

Las hachas de piedra pulimentada, creen que caen de la atmósfera con las centellas; se hunden siete estadios bajo tierra, y cada año suben otro estadio; de modo que a los siete años se hallan otra vez en la superficie. El que encuentra una puede considerarse dichoso y afortunado, primero porque la piedra es ya en sí algo preternatural y milagroso; se le ata un hilo, se la echa en la lumbre y no se quema –dicen– el hilo…” (Concejo de La Lomba, Omaña)

AMULETO DE AMPLIOS PODERES

Debido a su procedencia celeste, estas piedras del rayo son consideradas como fetiches o talismanes dotados de amplios poderes, cuya fuerza puede extenderse a la protección de la colectividad, no sólo frente a las tormentas, sino también para evitar o curar enfermedades humanas, para proporcionar suerte en determinados momentos de la vida y también como defensa de los animales domésticos.

Así lo expresaba el arqueólogo, historiador y etnógrafo leonés César Morán, en sus Notas folklóricas leonesas:

“La piedra de rayo o el hacha neolítica es remedio para infinidad de males. Frotando con ella se cura la ubre de las vacas; teniendo una en el bolsillo da la buena suerte y preserva de maleficios; no caen centellas en las casas; no rabian los perros. Los pastores llevan una en el zurrón y la conservan como un tesoro. Tratando un arqueólogo de conseguir una de esas hachas para su colección, le contestó el dueño:

– Aunque usted me diera una onza no se la daba.

– Pues ¿tanto la estima usted?

– Verá usted: esta piedra ya perteneció a mi abuelo; vio caer un rayo que mató una yegua; fue allá a los siete años y allí estaba la piedra. Cuando al morir el abuelo se hicieron las partijas, a un lado se puso una vaca tasada en una onza; a otro lado, la piedra. La vaca le tocó a mi tío; la piedra, a mi padre, y tan contento.

– Pues me figuro que más leche habrá dado la vaca que la piedra” (13).

Hola Tirso: Interesante lo de las piedras, no lo habia escuchado nunca.
Por aqui tambien recuerdo esas piedras. Las redondeadas se encontraban en los cauces de los arroyos en vaios tamaños, las utilizaban los carniceros para la carne Hoy desaparecidas porque las graveras se llevaban toda la grava de los arroyos, barrancos y de donde hubiera corrido agua. las otras se usaban para hacer chispas y encender fuego. Hay unaaldea llamada Siles por la abundancia de estas piedras.