En esos tiempos reinaba en las Asturias Alfonso II (el casto), que reinó desde el 791 al 842. Tenía por consejero un monje llamado Beato, confesor de su tía Adosinda y abad del Monasterio de San Martín de Turieno, que luego pasó a llamarse Santo Toribio de Liébana, Este monje, gran teólogo y persona muy culta, pensó que si los cristianos tuviesen un líder a seguir que les motivase, y aprovechando que Santiago Apóstol estuvo predicando en España, le nombró su patrón y también le compuso un himno llamado ODEI VERBUM.
Estando con estos trabajos falleció Beato en el año 804, no viendo finalizada su idea, cosa que hizo un discípulo suyo llamado Pelayo, junto con el obispo Teodomiro, en el año 813, cuando afirmó, no sin razón, que había visto una estela luminosa y una lluvia de estrellas en dirección a Finisterrae, señalando el lugar donde se halló un cofre o sarcófago con los restos de Santiago Boanergues, traídos a España por sus discípulos después de ser decapitado en Jerusalén en el año 44.
Estando con estos trabajos falleció Beato en el año 804, no viendo finalizada su idea, cosa que hizo un discípulo suyo llamado Pelayo, junto con el obispo Teodomiro, en el año 813, cuando afirmó, no sin razón, que había visto una estela luminosa y una lluvia de estrellas en dirección a Finisterrae, señalando el lugar donde se halló un cofre o sarcófago con los restos de Santiago Boanergues, traídos a España por sus discípulos después de ser decapitado en Jerusalén en el año 44.