Un poco más arriba encontramos otro lugar cuyo nombre evoca a un potente personaje mitológico de la tradición popular leonesa pero también muy presente, como no podía ser de otra forma, en toda Europa: La Casa de la Vieja. Antes de profundizar en su significado y orígenes expondremos lo que se cuenta de ella en Manzaneda. Al parecer, Urbano Álvarez López, natural de Manzaneda y fraile agustino, elaboró literariamente una historia, la Leyenda de Gabriela, que plasmó en un libro titulado Mi Aldea. La historia, considerada como hecho cierto, puede resumirse así:
En las faldas de la sierra, en Manzaneda de Omaña, vivía con su marido una anciana montañesa. Tenían una hija muy hermosa llamada Gabriela que decidió escapar de la pobreza y recorrer otros pueblos y ciudades viviendo una vida disoluta de la que más tarde se arrepiente, por lo que decide regresar a su pueblo natal. Lo hace el día de la fiesta de San Pelayo, patrón de Manzaneda, acompañada de su hijo Gabriel. El abuelo y Gabriela desaparecen de la escena, siendo el resto del relato protagonizado por abuela y nieto. Gabriel se hace mozo y se dedica al pastoreo, adquiriendo progresivamente tintes malvados. Un día comete un crimen o una gran pecado que se refleja en la propia Naturaleza mediante terribles fenómenos atmosféricos. Cuenta la historia que:
«Crujió toda la montaña, tembló espantada la tierra,
y de las cumbres más altas, rodaron enormes piedras,
que se hacían mil pedazos, al bajar por la laderas.
Y observaron que en la altura, cerca de Casa la Vieja,
alzabanse llamaradas, en medio de la tormenta,
y que una nube de rayos, y de pálidas centellas,
iluminaban el monte, con claridades siniestras.
Y el famoso Cueto Agudo, levantando la cabeza,
diz que gritó enfurecido: ¡Afuera el infame! ¡Afuera!.
No consiento en mis dominios, un pastor de tal ralea».
Gabriel desapareció y su abuela, la Vieja, llorando, lo buscó desesperada:
« ¡Ven Gabriel, ven recibe la merienda, que hoy te traigo pan y miel!».
Finalmente, la Vieja, poco antes de morir, recibe una carta de su nieto arrepentido.
No sabemos si el relato es invención del fraile o responde a una tradición oral. Yo me inclino por lo segundo ya que el relato es considerado un hecho real. De ser así, es evidente que ha transformado totalmente haciendo irreconocible la hipotética historia original. Sin embargo me gustaría destacar algunos rasgos que me parecen interesantes: El momento máximo y esencial de la historia es el dolor de la Vieja que busca a su nieto extraviado, un episodio que recuerda notablemente a la Mater Dolorosa de un arquetipo mítico que encuentra su expresión más conocida en las leyendas griega y latina de Deméter y Ceres, que como nuestra protagonista, se identifican con una mujer anciana. Sorprende también, aún como licencia literaria, que un autor religioso no parezca encontrar inconveniente en mostrar al monte del Cueto agudo como una especie de antigua divinidad de la montaña. Por último, quiero destacar que tanto si consideramos a la Leyenda de Gabriela como invención de Urbano Álvarez, como si no, el relato señala un topónimo auténtico de Manzaneda que por su sola composición, ya merece nuestra atención: la Casa la Vieja.
En las faldas de la sierra, en Manzaneda de Omaña, vivía con su marido una anciana montañesa. Tenían una hija muy hermosa llamada Gabriela que decidió escapar de la pobreza y recorrer otros pueblos y ciudades viviendo una vida disoluta de la que más tarde se arrepiente, por lo que decide regresar a su pueblo natal. Lo hace el día de la fiesta de San Pelayo, patrón de Manzaneda, acompañada de su hijo Gabriel. El abuelo y Gabriela desaparecen de la escena, siendo el resto del relato protagonizado por abuela y nieto. Gabriel se hace mozo y se dedica al pastoreo, adquiriendo progresivamente tintes malvados. Un día comete un crimen o una gran pecado que se refleja en la propia Naturaleza mediante terribles fenómenos atmosféricos. Cuenta la historia que:
«Crujió toda la montaña, tembló espantada la tierra,
y de las cumbres más altas, rodaron enormes piedras,
que se hacían mil pedazos, al bajar por la laderas.
Y observaron que en la altura, cerca de Casa la Vieja,
alzabanse llamaradas, en medio de la tormenta,
y que una nube de rayos, y de pálidas centellas,
iluminaban el monte, con claridades siniestras.
Y el famoso Cueto Agudo, levantando la cabeza,
diz que gritó enfurecido: ¡Afuera el infame! ¡Afuera!.
No consiento en mis dominios, un pastor de tal ralea».
Gabriel desapareció y su abuela, la Vieja, llorando, lo buscó desesperada:
« ¡Ven Gabriel, ven recibe la merienda, que hoy te traigo pan y miel!».
Finalmente, la Vieja, poco antes de morir, recibe una carta de su nieto arrepentido.
No sabemos si el relato es invención del fraile o responde a una tradición oral. Yo me inclino por lo segundo ya que el relato es considerado un hecho real. De ser así, es evidente que ha transformado totalmente haciendo irreconocible la hipotética historia original. Sin embargo me gustaría destacar algunos rasgos que me parecen interesantes: El momento máximo y esencial de la historia es el dolor de la Vieja que busca a su nieto extraviado, un episodio que recuerda notablemente a la Mater Dolorosa de un arquetipo mítico que encuentra su expresión más conocida en las leyendas griega y latina de Deméter y Ceres, que como nuestra protagonista, se identifican con una mujer anciana. Sorprende también, aún como licencia literaria, que un autor religioso no parezca encontrar inconveniente en mostrar al monte del Cueto agudo como una especie de antigua divinidad de la montaña. Por último, quiero destacar que tanto si consideramos a la Leyenda de Gabriela como invención de Urbano Álvarez, como si no, el relato señala un topónimo auténtico de Manzaneda que por su sola composición, ya merece nuestra atención: la Casa la Vieja.