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MANZANEDA DE OMAÑA: TRIBUNA...

TRIBUNA

P. Fernando CAMPO DEL POZO. agustino 07/04/2015

El día 24 llegaba la luctuosa noticia de la muerte del P. Pedro Rubio Bardón en Tanzania, su tierra querida, donde había pasado 20 años de misionero, después de ser provincial (1982-1990) y de haber sido propuesto para general de la Orden de San Agustín. Aunque pudo quedarse en Valladolid, como profesor y luego en la Residencia de Atención Especial (RAE), donde estaba bien atendido, me sorprendió y le felicité en el verano de 2014 cuando me dijo que iba a volver enfermo y achacoso a Tanzania. Quería hacer su última singladura en tierras africanas y servir de ejemplo con 76 años.

El es otro ilustre omañés, muy querido del P. Rafael Pérez. Había nacido en Las Omañas el 27 de diciembre de 1938. Era hijo de Julio Rubio Calzada, benemérito maestro, muy amigo de mi padre Dámaso Campo, que le visitaba con frecuencia desde Espinosa de la Ribera. Esto auspició que sus hijos fuésemos también amigos, hasta el punto de que al ir un hermano de Pedro Rubio, Julio Rubio Bardón, a los agustinos de Valencia de Don Juan en 1944, don Julio habló con mi padre, al que le pareció bien que personalmente fuese también a ese colegio apostólico.

Cursó sus estudios de Latín y Humanidades en Valencia de Don Juan y luego la Filosofía en Valladolid. Tomó el hábito agustiniano el 27 de septiembre de 1957. Hizo su profesión solemne en 1960. Después de cursar sus estudios teológicos, fue ordenado sacerdote en 1963. Su padre, que había cursado parte de los estudios eclesiásticos y se malogró, se llenaba de alegría y de satisfacción, porque tenía a un hijo sacerdote, don Fernando, que llegó a ser párroco de San Juan en Oviedo, y a dos agustinos.

Como el P. Pedro Rubio era uno de los más listos de su curso, fue enviado a Roma, donde cursó Derecho Canónico y publicó en 1967 un buen trabajo titulado ¿Es el episcopado un sacramento distinto del presbiterado? Puntos de vista de Lorenzo Berti. Tenía comenzados los estudios de Derecho Civil en Pamplona, cuando optó en 1971 por ir a Filipinas para aprender inglés y ayudar a los que allí estaban como misionero y profesor. Publicó en Manila, el año 1976, otro estupendo trabajo en inglés Take and rede (Toma y lee). La Respuesta agustiniana, que irá ampliando y mejorando hasta llegar en 1980 a su libro Recordar que es la mejor aportación entre sus escritos.

De vuelta a España llegó a ser definidor en 1978 y luego provincial en 1982. Le quedaba tiempo para escribir y en 1983 publicó A modo de refranero agustinianio, que le gustaba mucho al P. Rafael Pérez por los refranes, y Educación ‘estilo agustiniano’ en 1983. En este librito de 48 páginas hizo una síntesis formidable de la doctrina de san Agustín sobre la educación, por lo que le observé, como antiguo amigo, que él se había malogrado como profesor. Fue un buen provincial y auspició la formación de una nueva provincia dentro de la del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas: la del Santo Niño de Cebú, en 1983. Luego, como caballero de corte y rasga, contra viento y marea, promovió que dos viceprovincias, una en Colombia y otra en Perú pasasen a ser provincias autónomas en 1989. Su amor a San Agustín que era africano despertó en él la idea y el deseo de promover la presencia de los agustinos en África. Había apoyado en 1976 que la provincia de Filipinas ampliase su apostolado en Tanzania, lo protegió como provincial y luego fue su deseo ir a consolidar aquella Delegación misionera. Sufrió allí un accidente grave y una vez recuperado quiso volver para servir de ejemplo a los agustinos de Tanzania, donde fue guía de almas y promotor de vocaciones. Que descanse en paz y reciba de Dios el premio prometido a los que, como dice san Pablo, son fieles en seguir a Jesucristo, cuya resurrección da sentido a la vida cristiana.

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