A su marcha ocuparon su tarea de pastoreo las hermanas que le seguían, Estela, Inés y Anita, que fueron compañeras de largas tardes cuidando que las vacas no se fueran de las llamas de Castriello, con tiempo infinito para hablar, contar mentiras, leer lo que encontrábamos en las casas y en la parroquia, disfrutar del arriesgado deporte de despendolarse cuesta abajo entre gatiñas (planta con duras espinas que crecía en las camperas) montados en una tabla repleta de gente, y donde también había lugar para el aburrimiento. Fueron bastantes los años en que la convivencia con Manolo y las hermanas que le seguían fue diaria e intensa.
Pasados unos años a Manolo le siguieron en esta búsqueda de futuro fuera de la tradición familiar de siglos Estela, Anita y Baldomino, los tres a Madrid el otro polo de atracción de los omañeses que dejaban la región. Siete de doce hermanos González prefirieron cambiar de vida, contribuyendo al repentino e irreversible despoblamiento de la región (ver El vaciamiento de Omaña).
A su jubilación se que vivió con sus hermanas Estela y Ana en Madrid, ya con la desmemoria que alcanza a algunos y que les priva de recordar donde nacieron, lo que fueron de niños y de mayores. ¿Qué es lo que se nos rompe por dentro que desconecta la cabeza de los recuerdos y nos deja a la deriva como barco sin timonel, justo cuando ya nos hemos resignado a no ser lo que toda la vida planeábamos que íbamos a ser y es tan gratificante recordar edulcoradamente lo que fuimos? Los que aún tenemos conexión con nuestra memoria debemos recordar por ellos. En mi caso lo hago con cariño y agradecimiento a lo que me enseñó y viví con él, aunque a veces yo no estuviera aún capacitado para comprender los misterios de la vida que Manolo se empeñaba en desvelarme. Hasta siempre, maestro.
(Seguramente, las cosas sucedieron casi tal como las recuerdo. De las sensaciones no tengo duda.)
EGªCalzada
https://lembranzas. wordpress. com/2015/07/18/el-primo-manolo /
Pasados unos años a Manolo le siguieron en esta búsqueda de futuro fuera de la tradición familiar de siglos Estela, Anita y Baldomino, los tres a Madrid el otro polo de atracción de los omañeses que dejaban la región. Siete de doce hermanos González prefirieron cambiar de vida, contribuyendo al repentino e irreversible despoblamiento de la región (ver El vaciamiento de Omaña).
A su jubilación se que vivió con sus hermanas Estela y Ana en Madrid, ya con la desmemoria que alcanza a algunos y que les priva de recordar donde nacieron, lo que fueron de niños y de mayores. ¿Qué es lo que se nos rompe por dentro que desconecta la cabeza de los recuerdos y nos deja a la deriva como barco sin timonel, justo cuando ya nos hemos resignado a no ser lo que toda la vida planeábamos que íbamos a ser y es tan gratificante recordar edulcoradamente lo que fuimos? Los que aún tenemos conexión con nuestra memoria debemos recordar por ellos. En mi caso lo hago con cariño y agradecimiento a lo que me enseñó y viví con él, aunque a veces yo no estuviera aún capacitado para comprender los misterios de la vida que Manolo se empeñaba en desvelarme. Hasta siempre, maestro.
(Seguramente, las cosas sucedieron casi tal como las recuerdo. De las sensaciones no tengo duda.)
EGªCalzada
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