Con la llegada del buen tiempo y como se había previsto semanas atrás, se preparó una nueva jornada de convivencia y, a la vez, de aproximación a nuestra geografía, con el fin de conocer mejor nuestras comarcas más próximas y disfrutar de un espléndido día de primavera en la montaña. El día elegido: el pasado 5 de junio; la ruta: una travesía de aproximadamente 20 kilómetros, con un desnivel de 840 metros que en dirección sur une, cruzando la Sierra de Villabandín (estribaciones de la Cordillera Cantábrica), las comarcas de Babia y Omaña, a escasos 80 kilómetros de León.
Ver De Babia a Omaña en un mapa más grande
Desde la localidad babiana de Riolago (1240 metros), nos dirigiremos hacia el sur atravesando el collado Machadones (1966 metros), que deja el pico Valgrán de 2081 metros al oeste, para descender posteriormente hacia Omaña por el barranco de Valgrán hasta la confluencia con el Arroyo Collado, al que acompañaremos hasta la localidad omañesa de Villabandín, ya a 1230 metros de altura, y desde allí hasta Senra, a orillas del río Omaña.
El viaje en autocar hasta Babia resulta siempre sugestivo por el espectáculo que ofrece el pantano de Luna, del que disfrutamos una buena parte del recorrido. Lleno a rebosar por la gran cantidad de agua y nieve caída durante el invierno y primavera, la tranquilidad de las aguas, a esta hora de la mañana, hace que la imagen de las impresionantes montañas calizas que lo bordean, se refleje sobre la superficie como en un espejo, rompiéndose solo ocasionalmente por las ondas que forman los peces al cebarse.
16283959El pantano de Luna ha incidido notablemente en estos últimos años en la vida y la economía de la zona. Sin embargo, la comarca de Babia ha estado condicionada desde siempre por la altura de sus cumbres de más de 2000 metros, influyendo en su clima, fauna, vegetación y economía. Sus montañas son elevaciones calizas de un gris claro, en algunos lugares casi blanco, que guardan en su interior, en el subsuelo, gran cantidad de depósitos, cuevas, lagos y ríos subterráneos, que acumulan el agua de los importantes deshielos para verterla posteriormente al exterior. Curiosamente, es también zona de 15711 abundantes lagunas, de origen glacial, que se forman por el vertido permanente de agua en ciertos lugares totalmente impermeables debido a sus bases de pizarra.
Esta abundancia de agua y los verdes prados, han determinado siempre su principal riqueza: la ganadería. Babia ha sido, y aún es, tierra de pastores, donde la trashumancia es todavía protagonista en los veranos y donde el afamado mastín leonés adquiere verdadero protagonismo en la protección del ganado.
Sobre los hombres de Babia, el escritor Víctor Gómez de la Serna en su obra “La ruta de los Foramontanos”, con la que consiguió el Premio Nacional de Literatura en 1955, comenta: “Babia es un extraño país, lleno de bosques, de escuelas, de praderas, de bienestar y de cultura, donde la gente le contesta a uno a cualquier pregunta con un aplomo y una llaneza casi académica, sin muletillas ni tartamudeos, sin frases hechas; donde las casas son confortables, están alhajadas con buen gusto IMG_0485y constituyen lo que pudiera ser un ejemplo de hogar rural español”.
La belleza de las montañas de Babia, su vegetación, la abundante presencia de agua, su fauna, su inigualable paisaje, ha permitido conservar durante más de mil años una expresión, un dicho popular conocidísimo: “estar en Babia”. Y es que “estar en Babia” suponía tal placer para los sentidos, que los primeros reyes leoneses, allá por el siglo X, acudían con frecuencia a la zona por sus abundantes cazaderos, los hermosos parajes, el clima exquisito de los veranos y la tranquilidad de sus montañas, olvidándose por completo de sus obligaciones y problemas. La tranquilidad, sosiego y felicidad que debió inspirar el lugar, ha dado lugar a que la popular frase, aun hoy, tenga el significado o equivalencia de: “estar ausente”, “no darse cuenta de la realidad” o “estar en otro lugar”.
GRUPO 1
El punto de partida de nuestra ruta, la localidad babiana de Riolago, es conocida por su sorprendente palacio-fortaleza, joya de la arquitectura civil del siglo XVI y solar que fue de los Quiñones. Víctima de un incendio en 1915 que lo dejó prácticamente destruido, fue adquirido en 1977 en unas condiciones lamentables por D. Fernando Geijo. El nuevo propietario realizó un gran esfuerzo personal y económico para su restauración y amueblamiento, que ha hecho del edificio un punto de visita obligada. Este esfuerzo de rehabilitación supuso el reconocimiento de la organización internacional Europa Nostra (Londres, 1989) y la declaración de Conjunto Histórico en el mismo año. Desde 1999 es propiedad de la Junta de Castilla y León, que tiene previsto forme parte de la Red de Casas del Parque Natural Valles de Babia y Luna.
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Desde la localidad babiana de Riolago (1240 metros), nos dirigiremos hacia el sur atravesando el collado Machadones (1966 metros), que deja el pico Valgrán de 2081 metros al oeste, para descender posteriormente hacia Omaña por el barranco de Valgrán hasta la confluencia con el Arroyo Collado, al que acompañaremos hasta la localidad omañesa de Villabandín, ya a 1230 metros de altura, y desde allí hasta Senra, a orillas del río Omaña.
El viaje en autocar hasta Babia resulta siempre sugestivo por el espectáculo que ofrece el pantano de Luna, del que disfrutamos una buena parte del recorrido. Lleno a rebosar por la gran cantidad de agua y nieve caída durante el invierno y primavera, la tranquilidad de las aguas, a esta hora de la mañana, hace que la imagen de las impresionantes montañas calizas que lo bordean, se refleje sobre la superficie como en un espejo, rompiéndose solo ocasionalmente por las ondas que forman los peces al cebarse.
16283959El pantano de Luna ha incidido notablemente en estos últimos años en la vida y la economía de la zona. Sin embargo, la comarca de Babia ha estado condicionada desde siempre por la altura de sus cumbres de más de 2000 metros, influyendo en su clima, fauna, vegetación y economía. Sus montañas son elevaciones calizas de un gris claro, en algunos lugares casi blanco, que guardan en su interior, en el subsuelo, gran cantidad de depósitos, cuevas, lagos y ríos subterráneos, que acumulan el agua de los importantes deshielos para verterla posteriormente al exterior. Curiosamente, es también zona de 15711 abundantes lagunas, de origen glacial, que se forman por el vertido permanente de agua en ciertos lugares totalmente impermeables debido a sus bases de pizarra.
Esta abundancia de agua y los verdes prados, han determinado siempre su principal riqueza: la ganadería. Babia ha sido, y aún es, tierra de pastores, donde la trashumancia es todavía protagonista en los veranos y donde el afamado mastín leonés adquiere verdadero protagonismo en la protección del ganado.
Sobre los hombres de Babia, el escritor Víctor Gómez de la Serna en su obra “La ruta de los Foramontanos”, con la que consiguió el Premio Nacional de Literatura en 1955, comenta: “Babia es un extraño país, lleno de bosques, de escuelas, de praderas, de bienestar y de cultura, donde la gente le contesta a uno a cualquier pregunta con un aplomo y una llaneza casi académica, sin muletillas ni tartamudeos, sin frases hechas; donde las casas son confortables, están alhajadas con buen gusto IMG_0485y constituyen lo que pudiera ser un ejemplo de hogar rural español”.
La belleza de las montañas de Babia, su vegetación, la abundante presencia de agua, su fauna, su inigualable paisaje, ha permitido conservar durante más de mil años una expresión, un dicho popular conocidísimo: “estar en Babia”. Y es que “estar en Babia” suponía tal placer para los sentidos, que los primeros reyes leoneses, allá por el siglo X, acudían con frecuencia a la zona por sus abundantes cazaderos, los hermosos parajes, el clima exquisito de los veranos y la tranquilidad de sus montañas, olvidándose por completo de sus obligaciones y problemas. La tranquilidad, sosiego y felicidad que debió inspirar el lugar, ha dado lugar a que la popular frase, aun hoy, tenga el significado o equivalencia de: “estar ausente”, “no darse cuenta de la realidad” o “estar en otro lugar”.
GRUPO 1
El punto de partida de nuestra ruta, la localidad babiana de Riolago, es conocida por su sorprendente palacio-fortaleza, joya de la arquitectura civil del siglo XVI y solar que fue de los Quiñones. Víctima de un incendio en 1915 que lo dejó prácticamente destruido, fue adquirido en 1977 en unas condiciones lamentables por D. Fernando Geijo. El nuevo propietario realizó un gran esfuerzo personal y económico para su restauración y amueblamiento, que ha hecho del edificio un punto de visita obligada. Este esfuerzo de rehabilitación supuso el reconocimiento de la organización internacional Europa Nostra (Londres, 1989) y la declaración de Conjunto Histórico en el mismo año. Desde 1999 es propiedad de la Junta de Castilla y León, que tiene previsto forme parte de la Red de Casas del Parque Natural Valles de Babia y Luna.