Sobre las 10 de la mañana, con el Sol oculto tras las nubes, pero con una temperatura ideal para la marcha, dejamos Riolago en dirección sur por el denominado camino de las Brañas que abandona el pueblo en suave pendiente. La vegetación es la propia de ribera con predominio de sauces y alisos, pero también chopos, salgueros, fresnos y abedules, que tratan de ocultar el curso del arroyo de las Vegas (o de Riolago), siempre a nuestra izquierda. El camino trascurre en zig-zag, buscando, por la derecha, el perfil de las alturas de la Empedrada, por las que no dejan de fluir escorrentías que atraviesan sin dificultad las murias o linderos de piedra, cruzando el camino y buscando sonoramente el arroyo, acentuando así el murmullo del agua que rompe el sosiego del lugar y hace que parezca más vivaz y caudaloso de lo que en realidad es.
Según ascendemos, la alta vegetación de las pendientes va dejando paso al matorral, donde predominan las retamas que, en estas fechas, inician su espectacular floración amarilla. Así, las laderas adquieren ese tono amarillento sobre el verde del suelo, que a veces sorprende con las manchas blancas y moradas que forman las flores del brezo. En algunos puntos, pequeños prados en los que brotan del suelo formaciones de rocas calizas que destacan entre el verde intenso de la pradería y los “cementerios” de raíces y ramas secas.
La subida se endurece y surgen las primeras elevaciones importantes que muestran significativos conos de derrubio o canchales. Estas pedreras, que aparecerán en distintos puntos de la ruta, son el resultado del impacto sobre la superficie caliza de las fuertes heladas invernales y su deshielo posterior, al fragmentar la roca y originar su deslizamiento posterior por las fuertes laderas.
Panorama 2
En el horizonte, las estribaciones de la Sierra de Villabandín formando una típica y pequeña cordillera de plegamiento, con sus circos repletos aún de neveros y diseñados por las alturas de La Cañada, Rabinalto, Peña Arena y Valgrán. A la izquierda, se distingue el alto de Peñouta y el cortado por el que se desploma una imponente cascada, resultado del drenaje de la Laguna del Lago que, oculta tras las alturas, origina el pequeño curso de agua denominado la Señal, que fluye rápidamente hacia el arroyo que viene haciendonos compañía desde el inicio.
Continuamos subiendo, ahora por las serpenteantes laderas de la Braña Vieja en las que, reposadamente, pasta un rebaño de vacas al ritmo de sus esquilas, que se dejan oír a gran distancia. El empinado sendero prolonga su ascensión bordeando los salientes calizos, las voraces retamas y enebros, los espacios repletos de vistosos gamones, a la vez que zigzaguea el arroyo repleto de chopos y fresnos, entre los que hemos conseguido observar varios servales, aún con los restos de sus flores blancas, además de algún que otro avellano.
lA BRAÑAEl camino de la Braña finaliza precisamente en un amplio valle conocido también como la Braña. Allí, a 1450 metros, se encuentra una majada y un pequeño refugio. En los alrededores, pastan abundantes cabezas de ganado vacuno y una importante yeguada, entre la que se distingue algún bello ejemplar. Hacia el sur, repletos de nieve, los dos circos formados por los picos: Ferrera, Rabinalto en el centro, y Peña Arena. Por la derecha, aunque fuera del alcance de nuestra vista, la subida que conduce directamente al collado Machadones, lugar escogido para atravesar la Sierra y bajar hacia tierras de Omaña.
Según ascendemos, la alta vegetación de las pendientes va dejando paso al matorral, donde predominan las retamas que, en estas fechas, inician su espectacular floración amarilla. Así, las laderas adquieren ese tono amarillento sobre el verde del suelo, que a veces sorprende con las manchas blancas y moradas que forman las flores del brezo. En algunos puntos, pequeños prados en los que brotan del suelo formaciones de rocas calizas que destacan entre el verde intenso de la pradería y los “cementerios” de raíces y ramas secas.
La subida se endurece y surgen las primeras elevaciones importantes que muestran significativos conos de derrubio o canchales. Estas pedreras, que aparecerán en distintos puntos de la ruta, son el resultado del impacto sobre la superficie caliza de las fuertes heladas invernales y su deshielo posterior, al fragmentar la roca y originar su deslizamiento posterior por las fuertes laderas.
Panorama 2
En el horizonte, las estribaciones de la Sierra de Villabandín formando una típica y pequeña cordillera de plegamiento, con sus circos repletos aún de neveros y diseñados por las alturas de La Cañada, Rabinalto, Peña Arena y Valgrán. A la izquierda, se distingue el alto de Peñouta y el cortado por el que se desploma una imponente cascada, resultado del drenaje de la Laguna del Lago que, oculta tras las alturas, origina el pequeño curso de agua denominado la Señal, que fluye rápidamente hacia el arroyo que viene haciendonos compañía desde el inicio.
Continuamos subiendo, ahora por las serpenteantes laderas de la Braña Vieja en las que, reposadamente, pasta un rebaño de vacas al ritmo de sus esquilas, que se dejan oír a gran distancia. El empinado sendero prolonga su ascensión bordeando los salientes calizos, las voraces retamas y enebros, los espacios repletos de vistosos gamones, a la vez que zigzaguea el arroyo repleto de chopos y fresnos, entre los que hemos conseguido observar varios servales, aún con los restos de sus flores blancas, además de algún que otro avellano.
lA BRAÑAEl camino de la Braña finaliza precisamente en un amplio valle conocido también como la Braña. Allí, a 1450 metros, se encuentra una majada y un pequeño refugio. En los alrededores, pastan abundantes cabezas de ganado vacuno y una importante yeguada, entre la que se distingue algún bello ejemplar. Hacia el sur, repletos de nieve, los dos circos formados por los picos: Ferrera, Rabinalto en el centro, y Peña Arena. Por la derecha, aunque fuera del alcance de nuestra vista, la subida que conduce directamente al collado Machadones, lugar escogido para atravesar la Sierra y bajar hacia tierras de Omaña.