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MANZANEDA DE OMAÑA: M. Romero - león M. Romero 11/07/2005...

M. Romero - león M. Romero 11/07/2005

Omaña fue llamada por los romanos Homus Manium, que significa «la tierra de los hombres dioses», debido a la gran resistencia que mostraron sus pobladores durante la invasión. Sin embargo, hasta ahora no se había constatado de una manera tan clara su paso por esta zona. Existen varios vestigios atribuidos a esta etapa de la historia en la zona, pero no de la importancia de los que aparecieron de una manera casual junto a la carretera de La Garandilla. El historiador Javier Sánchez Palencia ha localizado un total de 606 explotaciones auríferas romanas en todo el noroeste de la penísula. Se dice que de estas explotaciones salieron 20 millones de toneladas de oro, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que la riqueza del imperio de los romanos se basó en el oro español. El hallazgo de Omaña tiene ciertas analogías con Las Médulas, sin embargo, los primeros datos conocidos apuntan a que se trata de un yacimiento aurífero similar a los que se han econtrado en la ribera del río Duerna. Claude Domergue, profesor emérito de la Universidad de Toulouse le Mirail (Francia), estudió en los años 1970 a 1973 la zona que va desde Priaranza hasta Boisán, excavando las Coronas de Quintanilla, Boisán, Filiel y la zona de Huernia. Sin duda es el historiador que más datos ha aportado la conocimiento de las labores realizadas por los romanos en el valle del Duerna. Durante algo más de 200 años la minería de oro en la provincia de León constituyó uno de los recursos más importantes para sustentar la maquinaria del imperio romano. Según Plinio llegaban a las arcas imperiales 20.000 libras de oro anuales, es decir unos 6.000 kilos. El trabajo de las minas corría a cargo de esclavos fundamentalmente, primero de entre los propios aborígenes y luego de esclavos traídos de otros países que los romanos conquistaban, aunque también participaban hombres libres. Su herencia son hoy castros romanos dispersados por todo el territorio, resots de asentamientos, incluso metalúrgicos, necrópolis, canales, galerías de prospección, etcétera. Una curiosidad es la propia arquitectura de los pasadizos, puesto que algunos tramos son más anchos y otros más estrechos. De este modo y con una ley física, los romanos podían aumentar la presión del agua para provocar desplomes más efectivos. Las galerías, conectadas entre sí, están abiertas a pico y pala y de eso hay muestras evidentes en el interior. Hoy, una vez que han salido a la luz, se han convertido en morada de animales, como demuestran los escrementos que se encuentran en alguno de los rincones. Pese a todo, el estado de conservación del laberinto de galerías es muy bueno. Las bocas de las galerías se encontraron durante la excavación de la montaña, necesaria para ensanchar la carretera en construcción. Las máquinas dañaron mínimamente las galerías, aunque todavía se puede ver el rastro de las excavadoras. Muy cerca de las galerías se encuentra una calzada atribuida a la época romana, que discurre en paralelo al río Omaña. Como se puede observar, las piedras están levantadas, pero todavía hoy se conservan grandes placas que cortan el río.

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