LA PARROQUIA DE VILLALFEIDE puede estar en el mismo lugar que ocupó un primitivo monasterio del que se tienen noticias hacia el año 916. El edificio actual muestra distintas etapas constructivas, con varios siglos de diferencia entre ellas, que se notan en los diversos volúmenes que lo componen. Sus muros están realizados en mampostería, reforzada en algunas partes con sillares y con contrafuertes en el testero para soportar la pesada bóveda del presbiterio.
La cabecera, la parte más antigua, se consagró en octubre de 1216 (era 1254), según consta en una inscripción colocada en una posterior reforma en la jamba izquierda del vano de entrada al templo. Es un espacio rectangular cubierto con una bóveda de cañón apuntado, realizada con sillares; es bastante larga y de anchura considerable. Consta de dos tramos de diferente longitud, separados por un arco fajón que se apoya sobre dos capiteles de carácter románico, decorados con cabezas humanas de delicada factura. El tramo más corto cobija un retablo barroco y se halla decorado con pinturas murales que narran la vida de san Félix. Adosado al muro norte está la sacristía, también cerrada con bóveda de sillería.
El resto del templo, formado por tres tramos cubiertos con bóvedas de arista, el pórtico y la espadaña, se añadieron en el siglo XVIII, pudiéndose referir al año de la nueva consagración la fecha de 1779, grabada en la imposta izquierda del arco de medio punto del pórtico. Todo el interior está enlosado con grandes losas de piedra, numeradas y con una disposición que recuerda a los enterramiento s propios de los monasterios.
La cabecera, la parte más antigua, se consagró en octubre de 1216 (era 1254), según consta en una inscripción colocada en una posterior reforma en la jamba izquierda del vano de entrada al templo. Es un espacio rectangular cubierto con una bóveda de cañón apuntado, realizada con sillares; es bastante larga y de anchura considerable. Consta de dos tramos de diferente longitud, separados por un arco fajón que se apoya sobre dos capiteles de carácter románico, decorados con cabezas humanas de delicada factura. El tramo más corto cobija un retablo barroco y se halla decorado con pinturas murales que narran la vida de san Félix. Adosado al muro norte está la sacristía, también cerrada con bóveda de sillería.
El resto del templo, formado por tres tramos cubiertos con bóvedas de arista, el pórtico y la espadaña, se añadieron en el siglo XVIII, pudiéndose referir al año de la nueva consagración la fecha de 1779, grabada en la imposta izquierda del arco de medio punto del pórtico. Todo el interior está enlosado con grandes losas de piedra, numeradas y con una disposición que recuerda a los enterramiento s propios de los monasterios.