No lo hallé.
Pasé por la ermita, la ermita del Cristo, la que da nombre al barrio, remozada, puertas nuevas, forrada de ladrillo, tejado nuevo, bonita, desvirtuada, capada. Allí donde estuvo el ábside, un hermoso parterre de flores con rosas rojas (como la sangre que brotaba de las heridas del crucificado que dormía en su hornacina, en ese mismo sitio, años atrás) de larguísimos tallos, formando el centro de una pequeña plaza bien cuidada, pero ha desparecido el callejón de los misterios, y allá, ... (ver texto completo)
Pasé por la ermita, la ermita del Cristo, la que da nombre al barrio, remozada, puertas nuevas, forrada de ladrillo, tejado nuevo, bonita, desvirtuada, capada. Allí donde estuvo el ábside, un hermoso parterre de flores con rosas rojas (como la sangre que brotaba de las heridas del crucificado que dormía en su hornacina, en ese mismo sitio, años atrás) de larguísimos tallos, formando el centro de una pequeña plaza bien cuidada, pero ha desparecido el callejón de los misterios, y allá, ... (ver texto completo)