Es uno de los pueblos con más encanto que he visto. La piscina natural surgida del río es preciosa y nada más cruzar el puente hay un área de descanso de cesped y árboles que te invitan a quedarte un rato contemplando la suerte que tienen los que allí viven. De mi paso como peregrino guardo un gratísimo recuerdo de Molinaseca.