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Soy padre.

El día que nació mi hijo,

mi primer hijo, mi único hijo,

fue sin lugar a dudas

el día más feliz de mi vida.
... (ver texto completo)
Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría,

pero no tengo una barita mágica.

Desterraría al oscuro e incierto

Universo conocido y desconocido,

sin causarles ningún daño,

acompañados tan solo

por su solitaria soledad,

a los sátrapas indecentes,

a los dictadores inmorales,

a los tiranos impúdicos,

a los déspotas repugnantes,

a los opresores canallas,

a los autócratas viles,

a los falsos profetas…

Quizá, y solo quizá,

quedaría más espacio,

en este lugar al que llamamos Mundo,

para el pensamiento y la reflexión,

para la paz y la armonía,

para la solidaridad y la esperanza.

Aceptaría, sin duda alguna,

la desobediencia debida

que nunca debió ser obedecida

de todos aquellos y aquellas

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que montan las guerras

para enriquecer y enriquecerse

con el dolor y el sufrimiento ajeno;

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que tan solo viven

para saciar la insaciable hambre desmedida

del que ejerce un poder absoluto

sobre inocentes,

ebrios de esa bilis que les habita.

Abriría mis brazos de par en par

a los que se detuvieran, en silencio,

ante las voces de aquellos

que vociferan y gritan:

avanzar,

disparar,

matar,

aniquilar,

arrasar,

asesinar,

devastar…,

por el simple hecho de alimentar

ese ego desmedido y enfermizo

que les palpita entre las piernas.

Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría.

.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Subir hasta las nubes

y tocar el cielo,

sin perder contacto con el sufrido

latido de la Madre Tierra.

Subir hasta las nubes
... (ver texto completo)
Qué fácil se organiza una guerra

parapetándose tras una mesa de despacho.

Qué fácil es dar órdenes

cuando tú no las vas a tener que cumplir.

Qué cobardes son los valientes

que para aplacar su locura asesina

envían al frente a otros

para matar y expulsar, sin excusa alguna,

a hombres, mujeres y niños.

Ninguna justificación justifica lo injustificable

por muchas razones peregrinas y absurdas

que el parapetado cobarde pretenda presentar

frente a los suyos, o frente a los no suyos.

Da igual cómo le definas

da igual cómo le nombres

da igual cómo le llames

porque todo lo que no sea él

le importa sencillamente nada.

Puedes llamarle sátrapa, fascista,

genocida, asesino, cobarde…

Sí, cobarde, pues solo el cobarde

es capaz de asesinar de forma indiscriminada

para alimentar su propio ego y sinrazón.

El éxodo que provoca una guerra,

sea en el lugar que sea del mundo,

no tiene razón alguna.

Intereses económicos alimentan las guerras,

intereses personales alientan las guerras.

¡No a las guerras! ¡No a la guerra!

Me veo reflejado, junto con mi familia,

en las imágenes que llegan por los medios.

Escucho el llanto y sufrimiento de los niños

como si fuera el de mis propias hijas.

Siento en mi la desesperación de padres

que deambulan sin rumbo cierto,

o se esconden en sus casas o refugios

intentando proteger a los suyos.

Percibo el enfado, la rabia y el dolor

de los que quieren regresar

para ayudar y defender

a los que son masacrados y expulsados.

¡Parad la guerra!

¡Parad esta guerra!

¡Parad todas las guerras!

No permitáis,

no permitamos que los cobardes asesinos

sean los que decidan el futuro de la humanidad,

pues si lo dejamos en sus manos…,

ni habrá futuro

ni habrá humanidad.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Buenas tardes. Me llamo Mª del Pilar. Recientemente me he enterado que unos de mis antepasados nacieron y vivieron en Las Muñecas. Os pongo los nombres y apellidos por si a alguien le suenan... José Merino e Isabel de Revilla (matrimonio) y su hijo Cipriano Merino de Revilla (se casó en Bustillo de Cea) José e Isabel eran los abuelos de mi tararabuela y Cipriano su abuelo.
Un saludo desde Zaragoza!
Siento ensombrecida la luz

que se acerca hasta esta mi ventana,

en un amanecer silencioso,

este extraño domingo de febrero.

No albergan nubes el azul del cielo
... (ver texto completo)
He aprendido a caminar

con el corazón en la mano.

He aprendido a caminar

dejando que mis pies

marquen el rumbo y el ritmo.

He aprendido a caminar

bajo cielos inciertos

y sobre una tierra que palpita

ávida de nuevas huellas.

He aprendido.

He aprendido a vivir

con mis ojos de par en par.

He aprendido a vivir

dejando que los nuevos amaneceres

despierten lo que estaba dormido.

He aprendido a vivir

observando todo lo que me rodea

sin importarme la estación del año

ni el lugar del que proceda.

He aprendido.

Y quiero seguir aprendiendo

y quiero seguir viviendo

y quiero seguir caminando

y quiero seguir mirando,

sin perder ni un solo instante

de este tiempo regalado

que la vida me procura,

ahora, que por fin he despertado.

He aprendido,

y espero seguir aprendiendo.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Todas las mañanas me levanto temprano

y en un santiamén me lavo la cara y las manos.

Camino del colegio salgo tan contenta

cruzando aceras y calles siempre muy atenta.

En la puerta ya esperan Ana, Alicia y Rodrigo
... (ver texto completo)
Feliz año
Besos
Adiós, por fin, mi querido

veinte veintiuno.

Sí, querido, pues me has dado tanto

que no agradecértelo sería injusto,

al menos por mi parte.

Ahora bien, debo decirte

con la misma determinación

que has sembrado, en muchos de tus días,

senderos con sufrimiento, dolor y ausencias.

Ausencias, quizá a destiempo,

o cuanto menos inesperadas.

Se me antoja lejos, muy lejos,

aquel primero de enero cuando naciste,

justo después de las doce campanadas

que señalaron la partida,

para no regresar jamás,

de un aciago veinte veinte

que nos asoló sin misericordia alguna.

Te recibimos entonces con los brazos abiertos,

con la mirada esperanzada,

deseosos de que “todo esto” terminase

y despertásemos de esta cruel pesadilla.

Pero no fue así.

Después de trescientos sesenta y cinco días

y consumida la última uva,

has partido en silencio y sin estruendo,

para jamás regresar,

dejándonos con más soledad

y una “nueva variante”

como tu penúltimo regalo.

Pero amanece un veinte veintidós,

hasta ahora desconocido,

al que recibimos sin demora,

con el corazón en un puño,

con la mirada empañada

por lágrimas de esperanza,

al comprobar esa luz que le acompaña.

Bienvenido seas, nuevo año.

Bienvenido sea, cada día y cada atardecer.

Bienvenidas las palabras, los sueños

y los silencios provocados.

Bienvenido todo aquello que nos depares

pues sé que este año será nuestro año.

Sé que será mi año,

y el tuyo

y el suyo.

Y en este, tu nacimiento,

cuando aún gateas

pues no has empezado a caminar,

levanto mi copa para brindar por tu llegada,

abriendo mis brazos de par en par

y así poder abrazarte, sin miedos.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
.

Estar tan cerca y a la vez tan lejos.

Bastaría, tan solo, que yo estirase mi brazo,

frente a ti,

y tú algaras el tuyo, frente a mí,

para que las yemas de nuestros dedos

pudieran alcanzarse y así sentir el roce

de esa piel que ansía el contacto,

al igual que la árida tierra

anhela el retorno de las lluvias.

Mis ojos miran los tuyos,

tan próximos como distantes,

y sienten la tristeza que los acompañan,

pues entienden en el abrazo

esa plenitud de amor

que tan solo ellos comprenden y guardan.

Cuántos abrazos en la cuenta del ‘debe’.

Cuántos abrazos en la cuenta del ‘haber’.

Prometo frente a este horizonte

que ante mi, solitario se muestra,

que serán saldados

una vez que el viento sople a favor

disipando esta sombra que nos asola.

Abrazaré, de nuevo, tu cuerpo y tu alma

como nunca antes lo hube abrazado

y sé, bien que sé, que tú abrazas el mío

como si fuera aquella primera vez

en la que se encontraron y se descubrieron.

Abrazaré tu cuerpo y tu alma

como si fuera el principio de todo

como si fuera el final de nada

como si fueran a separarnos

por ese tiempo que solo la vida decide

y sentiré, de nuevo, el calor de tu alma

y el palpitar de tu cuerpo

grabarse definitivo en mi recuerdo

por si otra sombra quisiera amanecer mañana.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Feliz Navidad para todos
Besos
He visto menguar la sonrisa de la luna

en las noches huérfanas de estrellas;

he visto crecer la hierba bajo mis pies

en los senderos hasta ahora recorridos;

he visto el lento viajar de las nubes
... (ver texto completo)
Cuántos momentos únicos y mágicos

atesoran doce años de vida?

–me preguntó el silencio–.

¿Y por qué me lo preguntas

precisamente hoy

si nunca antes me lo has preguntado?

¿Qué interés tendrías ahora en escucharlo?

Sabes perfectamente la razón

y si repasas tu vida comprobarás

que hacerlo antes no hubiera tenido sentido.

Pensé que hablabas de mí;

disculpa por tanto mi error.

Disculpado quedas.

¿Y bien?

Cada amanecer ha sido un regalo,

y si vuelvo la vista atrás

me veo con ella entre mis brazos

observado cómo duerme,

cómo respira,

cómo empieza a beberse la vida

a sorbitos pequeños,

insignificantes,

apenas imperceptibles,

pero con decisión.

Sus primeros pasos, su primera sonrisa,

su primera mirada, su primera palabra…,

tantas primeras veces de todo

que hacen de su caminar por la vida

un instante tras otro, único e irrepetible.

Y hoy, doce años después,

compruebo con regocijo que aún cabe

entre estos brazos que la recibieron

aquella madrugada de diciembre,

y no tengo duda alguna de que siempre

habrá un hueco entre ellos donde cobijarse

si fuera hiciera frío.

Cuántos momentos únicos y mágicos

atesoran doce años de vida,

me preguntabas.

Sería imposible recogerlos en un verso

o en un poema,

o en diez mil versos

o mil poemas,

ni tan siquiera en doce años más de vida

que para contarte tuviera.

Pero sí puedo decirte

y terminando este poema te digo

que nada hay más mágico,

más grande,

más maravilloso,

que en tu vida aparezca

una nueva vida que saluda al mundo,

que puedas recibirla con los brazos abiertos

y que de esa forma la veas crecer,
día tras día, y noche tras noche

Y el silencio guardo silencio
y comprendió

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)