Memoria es lo que nos falta. Memoria que vuelve a nosotros al ver mensajes como éste.
Argentina siempre se refería a nosotros como “madre patria”, pero muchas veces hizo de madre adoptiva para los hijos hambrientos de esa madre patria. Me vienen a la memoria imágenes de españoles con sus maletas de cartón, sus incertidumbres reflejadas en el rostro embarcando para destinos inciertos. Después llegaron años de bonanza y nos creímos ricos y autosuficientes, incluso empezamos a mirar a los inmigrantes por encima del hombro, culpándolos de todos los males que ocurrían aquí, sin agradecerles nunca su trabajo para nuestro enriquecimiento, sin pensar en los dramas de sus familias cuando quedaban sepultados en las aguas del mar mediterráneo después de haber sido la esperanza de un poco de bienestar para los que dejaban atrás
Pero, qué poco duro lo bueno. Ahí estamos otra vez en esta espiral que forma la vida, con la maleta a cuestas en busca de un destino más favorable. La única diferencia es que la maleta ya no es de cartón, sino de materiales estupendos y ruedas para que se deslicen sin esfuerzo, ya no van cargadas con el traje del domingo y los jerséis de lana de nuestras ovejas, sino de títulos universitarios, masters y doctorados.
Ojalá aprendamos algún día que el mundo es el hogar de todos y todos ciudadanos del mundo.
Argentina siempre se refería a nosotros como “madre patria”, pero muchas veces hizo de madre adoptiva para los hijos hambrientos de esa madre patria. Me vienen a la memoria imágenes de españoles con sus maletas de cartón, sus incertidumbres reflejadas en el rostro embarcando para destinos inciertos. Después llegaron años de bonanza y nos creímos ricos y autosuficientes, incluso empezamos a mirar a los inmigrantes por encima del hombro, culpándolos de todos los males que ocurrían aquí, sin agradecerles nunca su trabajo para nuestro enriquecimiento, sin pensar en los dramas de sus familias cuando quedaban sepultados en las aguas del mar mediterráneo después de haber sido la esperanza de un poco de bienestar para los que dejaban atrás
Pero, qué poco duro lo bueno. Ahí estamos otra vez en esta espiral que forma la vida, con la maleta a cuestas en busca de un destino más favorable. La única diferencia es que la maleta ya no es de cartón, sino de materiales estupendos y ruedas para que se deslicen sin esfuerzo, ya no van cargadas con el traje del domingo y los jerséis de lana de nuestras ovejas, sino de títulos universitarios, masters y doctorados.
Ojalá aprendamos algún día que el mundo es el hogar de todos y todos ciudadanos del mundo.
Más los centenares de Lampedusa para nuestra humillación y vergüenza.