Iglesia de
Santa María Magdalena
Otero de las Dueñas perteneció hasta 1954 a la diócesis de Oviedo, fecha en que pasa a la de
León, como resultado de la reestructuración territorial de estas diócesis.
La Iglesia, según nos cuenta D. Antonio
Viñayo, abad emérito de
San Isidoro e hijo de este
pueblo, fue construida a principios del siglo pasado, siendo su padre el primer informador de la magna empresa que suponía construir una iglesia en un pueblo. Tal complejidad se acentúa si tenemos en cuenta que el responsable de tal empeño fue Julián Fernández Díez, hijo del pueblo y diácono, en espera de su ordenación sacerdotal. No es arriesgado pensar lo limitado de sus conocimientos arquitectónicos, circunstancia que no impidió que tomara las obligaciones de empresario y arquitecto.
Se coloca la primera
piedra en el año 1.903, pero el verdadero impulso de su construcción comienza en 1.907, finalizando la misma en 1.914. Con tal motivo se ha celebrado el centenario de la colocación de la primera piedra el 27 de Octubre del 2003, oficiando la misa el Prelado de la Diócesis y solemnizada por la Coral
Capilla Clásica de
Valladolid. La
torre se elevó un piso más en la década de los 60.
Esta iglesia tiene su planta en forma de
cruz latina. Debemos destacar las tallas que cubren el
retablo principal de
columnas salomónicas, destacando San Bernardo y Santa Maria Magdalena, bajo cuya advocación se consagró la iglesia.
En una de sus
hornacinas está la talla de Jesús Nazareno con un rostro de verdadera belleza y calidad artística del S. XIII. La
Virgen Blanca, siendo venerada como Nuestra Señora de Otero, Santa Ana con la Virgen y el Niño Jesús. El
Cristo crucificado, de 240 x 150 cms, en madera policromada es del siglo XIV, es de tres clavos y presenta los brazos muy levantados en “V”, no correspondiéndose temporalmente con la cruz.
El
Monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas fue fundado en 1240 por doña María Núñez de Guzmán, monja del monasterio de Carrizo, condesa de Villalba de la Loma, hija del conde Nuño Meléndez y de Urraca López de Haro. Ésta fue hija del conde Lope Díaz de Haro, señor de
Vizcaya, y de Aldonza, y tercera esposa de Fernando II, rey de León, con quien tuvo descendencia antes de contraer matrimonio, celebrado poco antes de morir Fernando II. Era también María Núñez de Guzmán nieta de la condesa Maria Froila, hija de los condes Froila y Estefanía, fundadora ésta del monasterio de Carrizo. Por su parte, Nuño Melendez, era hijo del conde Melendo Núñez y de la condesa María Froila, hija, a su vez, del conde Froila Dídaz.
Estos orígenes dinásticos de la fundadora hicieron que el monasterio de Otero de las Dueñas naciera con una gran dote de heredades y derechos que habían pertenecido a los ascendientes de la fundadora, viéndose enriquecido el monasterio con un abundante patrimonio documental que acreditaba la propiedad, por doble rama condal, de estos bienes poseídos por su fundadora y donados al monasterio. Estas propiedades se extendían por las zonas norte y noroeste de León y por otros lugares leoneses y en territorios asturianos limítrofes con León.
Con razón se ha dicho, por cuantos han estudiado este fondo documental de Otero de las Dueñas, que nos encontramos con el más importante archivo nobiliario alto
medieval de
España.
El archivo no sólo recibió gran cantidad de documentos anteriores a la fecha de fundación, sino que la propia fundadora, sus sucesoras y allegados los incrementaron con más documentos,
fruto de nuevas acciones administrativas y jurídicas. Desconocemos el montante al que ascendía su patrimonio documental.
La
historia del monasterio está llena de incidencias. Se crea bajo la orden del Cister, pero pronto surgen los pleitos con el monasterio de monjas cistercienses de Gradefes, al exigir éste que el de Otero estuviera bajo su jurisdicción, ratione filiationis, como el de Gradefes lo estaba del de las Huelgas de
Burgos. Durante varios siglos estuvieron litigando, hasta que el Papa Pío VI, en 1796, abolió toda dependencia del monasterio de Otero de cualquier otra jurisdicción monástica, no solo del de Gradefes, sino también del superior general de la Orden del Cister, quedando sujeto únicamente a la jurisdicción del obispo de León. Así continuó hasta la revolución del año 1868, en que, el día 30 de noviembre, fueron expulsadas violentamente del monasterio las monjas que allí habitaban e incautados monasterio y propiedades.
Si el archivo estuvo intacto en el monasterio hasta esta fecha, estos incidentes darán origen a una nueva y triste etapa: fue entonces, en 1868, cuando se disgregó, pasando una parte de la documentación a:
El Estado (conservada hoy en el Archivo Histórico Nacional),
La casi totalidad al obispado de León.
Algunos documentos y libros se dispersaron en
casas particulares de la zona del monasterio.
También formó parte del archivo del monasterio de Otero el Fondo Torbado, compuesto por un centenar de pergaminos.
D. Juan Crisóstomo Torbado, arquitecto diocesano, se llevó a su
casa algunos de aquellos pergaminos que había en el obispado; pasaron después a su hijo D. Juan Torbado, y al fallecer éste, a su viuda, hoy igualmente fallecida, sin que las muchas gestiones realizadas hayan dado resultado alguno para dar con el paradero de estos documentos.
Parece oportuno indicar que el documento más antiguo del que se tiene noticia del archivo monástico de Otero estaba dotado el 6 de mayo del 854 y pertenecía a este Fondo Torbado; se trata de una donación de Ordoño I de la villa de Orede (Valdoré) y fue publicado por primera vez por D. Claudio Sánchez-Albornoz. Este documento desapareció del fondo Torbado con anterioridad a su fallecimiento y consta que fue utilizado por Floriano Cumbreño en su Diplomática Española del período astur.
El mismo archivero catedralicio, D. Raimundo Rodríguez, tenía una pequeña colección de pergaminos de Otero de las Dueñas, que, al parecer, recuperó de los que poseía D. Juan Torbado, y aunque la voluntad de D. Raimundo, muchas veces manifestada en las
reuniones dominicales que celebraba el Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, presididas por el obispo. D. Luis Almarcha, fue la de reintegrarlos al Fondo Otero de las Dueñas del Archivo Histórico Diocesano, sin embargo, no llegó a realizarlos en vida, y a su fallecimiento pasaron al archivo de la
catedral, donde ahora se encuentran formando el Fondo Raimundo Rodríguez.
En su Introducción del Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, don Raimundo Rodríguez hace una breve reseña histórica del mismo y, a la vez, deja constancia de las vicisitudes por las que pasó un grupo de pergaminos que, cedidos a don Laureano Díez Canseco para fines científicos, únicamente fue devuelta en 1933 una parte de ellos desde la Universidad Central de
Madrid, siendo imposible, no ya recuperar los otros que allá quedaron, sino conocer su paradero, a pesar de las muchas gestiones llevadas a cabo para ello. Sin embargo, ninguna mención hace R. Rodríguez sobre la disgregación que este fondo documental había sufrido por parte de otras personas, pasando no pocos documentos a engrosar archivos privados.
El valor excepcional de esta colección diplomática en sus variados aspectos de
antigüedad, históricos y filológicos hizo que se considerara como una especie de presa a conquistar por cuantos de una u otra forma tuvieron acceso a ella.
En agosto de 1.882 se trasladan las dos únicas monjas que vivían en el
convento al monasterio de Gradefes.
De la desaparición de la iglesia del convento, sabemos que:
- Un retablo se trasladó al
Palacio Episcopal de León, con ánimo de que sus cuadros adornasen un poco sus desnudas paredes.
- Que la nave principal, con su retablo barroco, está en la iglesia de Cuadros.
- En el Palacio Episcopal de Astorga, en el
Museo de los
Caminos, está un relieve de alabastro policromado de “Santiago el Peregrino”, etc.
Hoy nos queda ese recuerdo histórico de Otero de las Dueñas y de lo que fue el gran monasterio Cisterciense de Santa María, fundado en 1240 y destruido definitivamente en tiempos de la Desamortización.