La fórmula más eficaz y sencilla de estar en forma es... ¡andar! Sale más a cuenta encontrar media hora al día para
salir a estirar las piernas que pasarse horas en el gimnasio.
Caminando los músculos se tonifican, la mente se libera y además no hay riesgo de lesiones.
Andar puede resultar un arma muy eficaz para combatir epidemias del nuevo siglo como el sedentarismo y la obesidad. Eso sí, no vale caminar de cualquier manera. Una postura correcta, respiración, velocidad y el calzado adecuado serán los mejores aliados en esta actividad que nunca debería faltar en nuestra rutina diaria.
La postura correcta es aquella en la que apoyamos correctamente el pie, repartiendo un 33% de peso en cada uno de los tres puntos que forman el triángulo de la planta (talón, base del primer dedo y base del quinto). Y luego hay que alinear bien el cuerpo. Vista de perfil la posición sana es la que permite dibujar una línea recta que comienza por la oreja, pasa por el hombro, el medio de la cadera y sigue la línea recta de la pierna hasta el maléolo tibial (parte interna del obillo). Y de frente hay que ver una línea recta desde la rodilla hasta el centro del pie pasando por la cadera.
Beneficios
Metabolismo: Disminuye los triglicéridos y el colesterol total.
Activa los encimas musculares favoreciendo el metabolismo muscular y la actividad músculo esquelética, aumenta las defensas del organismo puesto que potencia el sistema inmunitario y produce una mejoría en la tolerancia de la glucosa y la pérdida de grasas sobrantes.
Huesos y articulaciones: La movilidad articular favorece el metabolismo óseo aumentando el calcio y frena la atrofia muscular, además de prevenir la aparición de osteoporosis.
Cardiacos: El aumento del volumen sistólico cardiaco disminuye la frecuencia cardiaca, mejora el retorno venoso, disminuye la resistencia vascular periférica y la tensión arterial.
Mentales: Aumenta la sensación de bienestar, disminuye el estrés y la apatía. Se debe a la liberación del organismo de endorfinas, que son las sustancias endógenas fabricadas por el sistema nervioso central en respuesta a determinados
estímulos. Por ejemplo, el deporte ofrece en la mente humana unos efectos análogos a los que podría producir la morfina, aumentando el bienestar y la sensación de tranquilidad.
salir a estirar las piernas que pasarse horas en el gimnasio.
Caminando los músculos se tonifican, la mente se libera y además no hay riesgo de lesiones.
Andar puede resultar un arma muy eficaz para combatir epidemias del nuevo siglo como el sedentarismo y la obesidad. Eso sí, no vale caminar de cualquier manera. Una postura correcta, respiración, velocidad y el calzado adecuado serán los mejores aliados en esta actividad que nunca debería faltar en nuestra rutina diaria.
La postura correcta es aquella en la que apoyamos correctamente el pie, repartiendo un 33% de peso en cada uno de los tres puntos que forman el triángulo de la planta (talón, base del primer dedo y base del quinto). Y luego hay que alinear bien el cuerpo. Vista de perfil la posición sana es la que permite dibujar una línea recta que comienza por la oreja, pasa por el hombro, el medio de la cadera y sigue la línea recta de la pierna hasta el maléolo tibial (parte interna del obillo). Y de frente hay que ver una línea recta desde la rodilla hasta el centro del pie pasando por la cadera.
Beneficios
Metabolismo: Disminuye los triglicéridos y el colesterol total.
Activa los encimas musculares favoreciendo el metabolismo muscular y la actividad músculo esquelética, aumenta las defensas del organismo puesto que potencia el sistema inmunitario y produce una mejoría en la tolerancia de la glucosa y la pérdida de grasas sobrantes.
Huesos y articulaciones: La movilidad articular favorece el metabolismo óseo aumentando el calcio y frena la atrofia muscular, además de prevenir la aparición de osteoporosis.
Cardiacos: El aumento del volumen sistólico cardiaco disminuye la frecuencia cardiaca, mejora el retorno venoso, disminuye la resistencia vascular periférica y la tensión arterial.
Mentales: Aumenta la sensación de bienestar, disminuye el estrés y la apatía. Se debe a la liberación del organismo de endorfinas, que son las sustancias endógenas fabricadas por el sistema nervioso central en respuesta a determinados
estímulos. Por ejemplo, el deporte ofrece en la mente humana unos efectos análogos a los que podría producir la morfina, aumentando el bienestar y la sensación de tranquilidad.