EL GURÚ DE LAS TAPAS ZAMORANAS
Isaías Rubio, que regentara el mítico bar La Cooperativa en los Herreros, elevó a la categoría de arte culinario humildes platos como los callos con pata.
PAZ RUBIO (*) « ¡Isaías, Isaías! ¡Que los chicos están a punto de llegar y hay que preparar el aperitivo.!», Minelva, la atenta cuidadora de mi padre, avisa. Los chicos son mis hermanos y no se suelen retrasar. Mi padre vivirá, siempre me lo confiesa, su mejor momento del día, con los chascarrillos de Manolo y las imitaciones de Miguel.
Mientras ellos llegan, yo revivo la escena. Y lo imagino así: pegado a sus muletas, sin apenas tenerse en pie, pero sin dejar de cocinar. Intuyo su silueta a través del cristal de la cocina y pienso que sigue siendo un joven de 94 años. Nació en un pueblecito de León. Un lugar bañado por el río Órbigo, tierra de grandes hombres forjados por el hambre y la necesidad. Hoy, cuando le miro, no veo canas, ni desgaste en sus huesos y apenas percibo el paso inexorable de la edad... Hoy solo admiro a un ser excepcional capaz de seguir cocinando la pata y los callos, su plato estrella, para que muchos otros podamos disfrutar.
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http://www. laopiniondezamora. es/zamora/2012/10/02/guru-tapa s-zamoranas/631209. html
Isaías Rubio, que regentara el mítico bar La Cooperativa en los Herreros, elevó a la categoría de arte culinario humildes platos como los callos con pata.
PAZ RUBIO (*) « ¡Isaías, Isaías! ¡Que los chicos están a punto de llegar y hay que preparar el aperitivo.!», Minelva, la atenta cuidadora de mi padre, avisa. Los chicos son mis hermanos y no se suelen retrasar. Mi padre vivirá, siempre me lo confiesa, su mejor momento del día, con los chascarrillos de Manolo y las imitaciones de Miguel.
Mientras ellos llegan, yo revivo la escena. Y lo imagino así: pegado a sus muletas, sin apenas tenerse en pie, pero sin dejar de cocinar. Intuyo su silueta a través del cristal de la cocina y pienso que sigue siendo un joven de 94 años. Nació en un pueblecito de León. Un lugar bañado por el río Órbigo, tierra de grandes hombres forjados por el hambre y la necesidad. Hoy, cuando le miro, no veo canas, ni desgaste en sus huesos y apenas percibo el paso inexorable de la edad... Hoy solo admiro a un ser excepcional capaz de seguir cocinando la pata y los callos, su plato estrella, para que muchos otros podamos disfrutar.
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