El origen de la villa se remonta al siglo X, cuando Alfonso V de
León construye su
palacio residencia de
verano, que daría nombre a la ulterior localidad de
Palacios del Rey. Entre 1167 y 1195 pasa varias veces de ser realengo a pertenecer al
monasterio de
Montes.
A partir de 1234 vuelve Palacios y su jurisdicción a ser patrimonio regio y un siglo después, en 1314, tenemos en Palacios como realengo típico y a "Juan Alfonso como justicia mayor de la
casa de nuestro Señor el Rey". Con la llegada de los Bazán dicho realengo es convertido en señorío jurisdiccional en merced de Enrique II, y la villa de Palacios del Rey, centro del señorío, pasa a denominarse Palacios de Valduerna.
Al asentarse la
familia Bazán en la villa de Palacios construyen un
castillo desde el que dominan las tierras señoriales. Se trata de una fortaleza sencilla, típica del siglo XV, que consta de cuatro
torres cúbicas, tres de ellas defensivas y una cuarta, que se conserva en la actualidad, que sirvió de vivienda a los vizcondes.
En su conjunto, el castillo es un trapecio irregular y los materiales de construcción son
piedras unidas con pasta o argamasa, ocupando en superficie unos 600 metros cuadrados. La
muralla tenía dos accesos a la villa, uno por el Este y otro hacia los lugares del señorío en el Oeste. Son varios los documentos que hacen referencia a esta cerca. Otro documento fechado en 1485 nos habla de asalto a la villa de Palacios, después de destrozar la cerca, por vecinos de Astorga, posiblemente, con el beneplácito de los Osorios, otra de las
familias nobles leonesas con las que los Bazán rivalizaron constantemente por cuestiones de influencia en la región. Disponía, además, la villa de una
iglesia parroquial extramuros dedicada a
San Pedro y una
ermita de
Santa María que se convertiría siglos después en la
parroquia donde descansan los restos de los dos primeros vizcondes. Pero uno de los
edificios que más significó en el desarrollo del señorío fue el
convento de Sancti Spíritus. Dicha fundación va a coincidir con el culmen hegemónico del señorío y va a introducir a los señores de Palacios en un proceso de pleitos con el convento de San Francisco de Astorga, que se va a mantener hasta el siglo XVIII.
El problema surge cuando el primer vizconde de Palacios concibe la idea de fundar un convento en la villa. Pero este hecho conllevaba la necesidad de disponer de bienes propios y rentas para sostener a la comunidad religiosa. El padre Sotes, franciscano, define ése instante de esta forma: "Fue ése el momento del poderío de su casa. Pensó D. Pedro en dar más importancia a su villa y dotarla de medios temporales y espirituales. Tres
castillos han existido hasta hace poco tiempo en ella, yo queda en pie, uno, tal vez el que edificó el primer vizconde." Pero esta consolidación como centro comercial no se hubiera producido tan rápidamente a no ser por el apoyo oficial con que sus habitante contaron desde los inicios del siglo XVI.
Una fecha decisiva es la de 1523, cuando el tercer vizconde de Palacios concede a
La Bañeza apartarse de la jurisdicción de su villa. Esto significa, en cierto modo, la libertad de sus vecinos con respecto a los deberes señoriales que tenían con los Bazán a pesar de que conservan los derechos de castillaje y alcabalas. El incremento de los
mercados bañezanos y el incremento de productos a comercializar redundaba en su propio beneficio, en tanto en cuanto percibían los derechos de alcabala y castillaje, derechos que D. Pedro de Bazán, tercer vizconde, incrementaba a su antojo y que motivó la extensión de un Real Arancel en 1501 de manos de los Reyes Católicos ante las quejas de los comerciantes.
El incremento de las tierras propiedad de los marqueses de La Bañeza, ha sido considerable en la villa de Palacios. Otro tanto va a ocurrir en la villa bañezana, sobre todo cuando se constituye el marquesado, a finales del siglo XVI. El resto de los lugares del señorío posiblemente se defiende mejor de las apetencias señoriales. En la Edad contemporánea,
Palacios de la Valduerna ha sufrido un fuerte éxodo rural hacia las grandes y ricas ciudades de la península, en busca de oportunidades. De ahí que la mayoría de nosotros, hijos de los protagonistas de esta emigración, seamos de muy diversos lugares.
El
pueblo sigue viviendo fundamentalmente de la
agricultura. Se trata de un tranquilo lugar, lejos del bullicio de las ciudades. Con La Bañeza junto a él, dispone de todos los servicios necesarios, además de una buena comunicación con el resto de
España gracias a la nacional 630 y a la autovía A-6
Madrid-Coruña.