Para Carolina
La teoría del feng shui es cosmológica, y se basa en conceptos abstractos daoístas del Hombre y el Universo. Su objetivo es la unificación del Cielo, la Tierra, el Hombre y la Materia mediante la fuerza conocida como Esencia Suprema (taiji). Se creía que cuando se establecía esa unidad, el qi (la fuerza vital) entraba y salía con suavidad de todas las cosas vivas y no vivas, produciendo acontecimientos buenos y positivos. El bloqueo del qi producirá lo opuesto: mal y desgracia. La unión del Cielo, la Tierra y el Hombre es el núcleo del feng shui, del cual surgen muchos mitos e historias populares. Para los antiguos chinos, la integración del hombre y la naturaleza (no la conquista de la naturaleza por el hombre) es una preparación verdadera y necesaria para el reino espiritual en el que el hombre y el universo puedan ser uno. Su sabiduría popular les enseñó la capacidad de aceptar lo inexplicable y, al mismo tiempo, establecer unos cimientos concretos en la vida par conseguir paz, esperanza y sueños de continuidad y prosperidad, esta actitud es importante, consoladora y práctica; la mente sobre la materia, la voluntad para seguir hacia delante. Pero también está enraizada en la armonía entre el hombre y la naturaleza, que crea una sinfonía humanista de un tipo muy especial.
Estos orientales son muy místicos, los occidentales intentamos copiar, pero quizás, nos falte su cultura.
La teoría del feng shui es cosmológica, y se basa en conceptos abstractos daoístas del Hombre y el Universo. Su objetivo es la unificación del Cielo, la Tierra, el Hombre y la Materia mediante la fuerza conocida como Esencia Suprema (taiji). Se creía que cuando se establecía esa unidad, el qi (la fuerza vital) entraba y salía con suavidad de todas las cosas vivas y no vivas, produciendo acontecimientos buenos y positivos. El bloqueo del qi producirá lo opuesto: mal y desgracia. La unión del Cielo, la Tierra y el Hombre es el núcleo del feng shui, del cual surgen muchos mitos e historias populares. Para los antiguos chinos, la integración del hombre y la naturaleza (no la conquista de la naturaleza por el hombre) es una preparación verdadera y necesaria para el reino espiritual en el que el hombre y el universo puedan ser uno. Su sabiduría popular les enseñó la capacidad de aceptar lo inexplicable y, al mismo tiempo, establecer unos cimientos concretos en la vida par conseguir paz, esperanza y sueños de continuidad y prosperidad, esta actitud es importante, consoladora y práctica; la mente sobre la materia, la voluntad para seguir hacia delante. Pero también está enraizada en la armonía entre el hombre y la naturaleza, que crea una sinfonía humanista de un tipo muy especial.
Estos orientales son muy místicos, los occidentales intentamos copiar, pero quizás, nos falte su cultura.