Conocida como
casa Garcías, era el lugar de descanso de los arrieros que se dedicaban a transportar mercancías. En este lugar también se mataban castrones, que se vendían en tierra de
campos al cambio por vino. Enfrente al otro lado de la
calle existía un
pilón de dos metros por ochenta centímetros, desaparecido por causa de obras urbanísticas.