Va el pregrino con su azaña
arrastrando la devoción
por las calles de Ponferrada,
que para verlo se engalana
con su hospitalidad sagrada.
Peregrinando va hacia poniente
donde duerme el astro febo,
allá en el fin de la tierra
junto al mar de los deseos,
donde está El Hijo del Zebedeo.
Ante esa Encina hermosa
está la reluciente Aurora
como una joya preciosa
que nos está ofreciendo ahora
consuelo para el que llora.
Va el peregrino entretenido
por los caminos de El Bierzo,
buscando el santificante destino
que le lleve a Compostela
donde la gloria se encuentra.
Anselmo Prada León
arrastrando la devoción
por las calles de Ponferrada,
que para verlo se engalana
con su hospitalidad sagrada.
Peregrinando va hacia poniente
donde duerme el astro febo,
allá en el fin de la tierra
junto al mar de los deseos,
donde está El Hijo del Zebedeo.
Ante esa Encina hermosa
está la reluciente Aurora
como una joya preciosa
que nos está ofreciendo ahora
consuelo para el que llora.
Va el peregrino entretenido
por los caminos de El Bierzo,
buscando el santificante destino
que le lleve a Compostela
donde la gloria se encuentra.
Anselmo Prada León
que hermoso poema. desde argentina le envio mis saludos