El mes de noviembre nos introduce raudo en las entrañas del otoño. Días más breves. Noches largas. Nieblas frías, persistentes. Todo parece conjurado para sumirnos en la melancolía. La naturaleza toda proclama un mensaje deprimente. Aun la bella explosión de colores en las copas de muchos árboles tiene un matiz sombrío. Su derroche policromo no es signo de mayor vitalidad, sino de todo lo contrario; esa belleza es anunciadora de decadencia, de muerte; cada hoja debe su nuevo color a un proceso de ... (ver texto completo)