Las
recetas que hoy pueden degustar en la mesa todos los amantes del buen yantar, hunden sus raíces en una economía mixta agrícola-ganadera en la que la alimentación familiar se basaba en los productos del
huerto y en las carnes y productos de las reses criadas con esmero.
La gastronomía local aún lleva la impronta del saber hacer, en la que el amor de la lumbre produce a diario verdaderos manjares preparados por manos femeninas con paciencia y sin sofisticaciones. Nos reafirmamos pues en el convencimiento
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