La primera cocina económica nació cuando a alguien se le ocurrió alojar el hogar en una cámara construida con ladrillos y dispuesta en el centro de la cocina. Constaba de una superficie que se mantenía caliente, y unos soportes laterales para conservar asimismo caliente una olla o una cacerola.
En el año 1630, el inventor británico John Sibthrope patentó una versión metálica de gran tamaño de este dispositivo, alimentado con carbón, combustible que no tardaría en sustituir a la leña en los hogares. Sin embargo, la idea de cocer los alimentos sobre un fuego encerrado en vez de hacerlo sobre la llamas o entre ellas, se abrió paso con lentitud, y el mismo proceso de cocción era todavía más lento, ya que resultaba necesario calentar un elemento intermedio, la superficie de la cocina.
Un innovador de origen norteamericano se dispuso entonces a crear una cocina económica eficaz y de dimensiones reducidas, pero en realidad descubrió otras dos aplicaciones interesantes para la cocina en general.
En el año 1802, George Bodley, un británico que se dedicaba a la fundición de hierro, patentó una cocina de hierro forjado y calentamiento uniforme, provista de un escape moderno, que se convertiría en el prototipo de las cocinas británicas y americanas hasta los tiempos actuales.
El tipo de cocina económica del pueblo era de Bilbao.
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