La incultura es mayor enemigo que la soledad. Poco a poco van destrozándose maravillas de arquitectura popular, bellas casas de piedra que se ocultan con cemento gris o se cubren de uralita. De una día para otro se derriban obras centenarias para levantar impersonales edificaciones, eso sí, con baño; como si detrás de los viejos muros de piedra no pudiera haber comodidades.