EL ABUELO Y SU MADERO.
Un madero tenemos en la puerta
Que pusimos al poco de casarnos
Una viga del pajar que ya era vieja
Y que siempre nos sirvió para sentarnos.
Aquella viga, que con unos cantos
Intentó de calzar el buen abuelo,
Fue descanso del joven matrimonio
Y de hijos y nietos, con el tiempo.
Cuántas veces, cuando la tarde iba cayendo
Me decía mi señora con respeto:
Vamos a sentarnos a la calle,
Mientras comes el pan y ese torrezno.
Y yo salía feliz, porque negarlo,
A sentarme en aquel viejo madero
Y charlar con los hombres y mujeres
A la vez que tomábamos el fresco.
Y qué bien se veían las estrellas
En las tranquilas noches de verano,
Cuando juntos el joven matrimonio,
Entrelazadas teníamos las manos.
Los años han pasado, sin embargo,
Y sólo es un recuerdo ya el madero,
Mi Lola se marchó ya ha muchos años,
Y sentada me mira desde el cielo.
Me quedaron los dos hijos pequeños,
Y con la chica estoy ahora viviendo,
La Lolita, que siempre me ha atendido,
Una vez que su madre se fue al cielo.
Acordaron los hermanos entre sí,
Cuando estaban repartiéndose la hacienda:
“que sea siempre la casa del abuelo”
Y que sea después de quien le atienda.
SIGUE.
Un madero tenemos en la puerta
Que pusimos al poco de casarnos
Una viga del pajar que ya era vieja
Y que siempre nos sirvió para sentarnos.
Aquella viga, que con unos cantos
Intentó de calzar el buen abuelo,
Fue descanso del joven matrimonio
Y de hijos y nietos, con el tiempo.
Cuántas veces, cuando la tarde iba cayendo
Me decía mi señora con respeto:
Vamos a sentarnos a la calle,
Mientras comes el pan y ese torrezno.
Y yo salía feliz, porque negarlo,
A sentarme en aquel viejo madero
Y charlar con los hombres y mujeres
A la vez que tomábamos el fresco.
Y qué bien se veían las estrellas
En las tranquilas noches de verano,
Cuando juntos el joven matrimonio,
Entrelazadas teníamos las manos.
Los años han pasado, sin embargo,
Y sólo es un recuerdo ya el madero,
Mi Lola se marchó ya ha muchos años,
Y sentada me mira desde el cielo.
Me quedaron los dos hijos pequeños,
Y con la chica estoy ahora viviendo,
La Lolita, que siempre me ha atendido,
Una vez que su madre se fue al cielo.
Acordaron los hermanos entre sí,
Cuando estaban repartiéndose la hacienda:
“que sea siempre la casa del abuelo”
Y que sea después de quien le atienda.
SIGUE.