LOMBRICES remedios caseros.
Ponían a macerar en vino blanco varios trozos de raíz de "genciana" durante cuatro o cinco días. Luego tomaban un vasito en ayunas varios días seguidos.
Otro método consistía en cocer la raíz de genciana y tomar el agua resultante durante una semana al menos. Preparaban una infusión de "ruda", la mezclaban con leche y lo tomaban.
También era considerado un remedio eficaz el tornar infusiones de "hierbabuena". Las propiedades curativas de esta planta eran tan apreciadas que existía el dicho: "el niño muerto , ¡y la hierbabuena en el huerto!", dando a entender que por no haber hecho uso de ella, había ocurrido semejante desgracia.
Igualmente, y de forma un tanto peligrosa, tomaban una cucharada de petróleo en ayunas.
Otro recurso curativo consistía en frotar con ajo crudo el ano del niño, e incluso introducir por él un diente de ajo. En ocasiones acostaban al niño boca abajo o arrodillado y flexionado el troncoy en completa oscuridad. Encendían una vela y la colocaban en las proximidades del ano, con la esperanza de que las lombrices saliesen a la luz.
Asimismo, metían unos dientes de ajo en una bolsita de tela que colgaban al cuello del niño. Éste la llevaba hasta que los ojos se secaban, en la creencia de que entonces desaparecían las lombrices.
Ponían a macerar en vino blanco varios trozos de raíz de "genciana" durante cuatro o cinco días. Luego tomaban un vasito en ayunas varios días seguidos.
Otro método consistía en cocer la raíz de genciana y tomar el agua resultante durante una semana al menos. Preparaban una infusión de "ruda", la mezclaban con leche y lo tomaban.
También era considerado un remedio eficaz el tornar infusiones de "hierbabuena". Las propiedades curativas de esta planta eran tan apreciadas que existía el dicho: "el niño muerto , ¡y la hierbabuena en el huerto!", dando a entender que por no haber hecho uso de ella, había ocurrido semejante desgracia.
Igualmente, y de forma un tanto peligrosa, tomaban una cucharada de petróleo en ayunas.
Otro recurso curativo consistía en frotar con ajo crudo el ano del niño, e incluso introducir por él un diente de ajo. En ocasiones acostaban al niño boca abajo o arrodillado y flexionado el troncoy en completa oscuridad. Encendían una vela y la colocaban en las proximidades del ano, con la esperanza de que las lombrices saliesen a la luz.
Asimismo, metían unos dientes de ajo en una bolsita de tela que colgaban al cuello del niño. Éste la llevaba hasta que los ojos se secaban, en la creencia de que entonces desaparecían las lombrices.