existen diferentes tipos de viviendas. La más primitiva es la de una planta única, baja de techo, cuadrangular y cubierta de paja. El hogar es la única habitación, donde se desarrolla la vida doméstica; y separada del hogar por un tabique con puerta, la corte o cuadra, que tiene otra puerta al exterior.
El modelo de vivienda tradicional más extendido es el de dos plantas con escalera exterior. La planta baja se destinaba para cuadras del ganado y para guardar los aperos de labranza. A la parte superior de la vivienda conduce una escalera exterior, pegada a la fachada, construida con grandes piedras y pizarras, que remata en un corredor desde el que por la única puerta existente se entra a la cocina, que ocupa toda la planta. En este caso, el hogar suele encontrarse un poco ladeado con relación a la puerta de entrada, y las camas se hallan en las partes más resguardadas de la estancia. Puede existir una parte separada por un trenzado de cañizo que divide la cocina y la zona de dormitorio o almacén o despensa.
El tercer tipo de vivienda, reservado a la gente con mayores recursos, es una variante del anterior: vivienda de dos plantas con escalera exterior, pero dentro de un corral. Por lo común presenta dos paredes en L al exterior. Una gran puerta da paso a una especie de zaguán donde se guarda el carro, y, al fondo, una escalera comunica con el piso superior, que tiene un corredor con varias puertas de acceso a la cocina y a las otras habitaciones, una de ellas encima del zaguán. En la planta baja se halla la cuadra y una habitación que hace las veces de granero y despensa. Algunas de estas casas presentan la peculiaridad de un corredor saliente a lo largo de la fachada principal, como un balcón o mirador.
Concha Casado Lobato
Quintanilla de Losada. F. Díez
Ambasaguas agrupa sus casas aprovechando la hendidura que forma el interfluvio. M. Sánchez / P. Lozano
Baillo, en la cabecera del valle del Eria. Corredor cerrado. Archivo SG
Corporales. Típica escalera, construida con grandes piedras y pizarras. Imagen M. A. S.
La Cuesta. Las viviendas más comunes, de la Cabrera, de dos plantas y con escalera al exterior. Archivo SG
Caserío tradicional cabreirense en Nogar. Todo un modelo de adaptación al medio. E. Díez
La Baña, en la Cabrera Baja. Las explotaciones de pizarra han sido un alivio económico para la Cabrera. Y han transformado los pueblos. F. Díez
Manzaneda, en la Cabrera Alta, la que desciende tendidamente al paso del Eria, tiene dos barrios; uno para habitar, con casas de contos y pizarra, con corredores, portales y cobertizos, y otro para los pajares, en un entorno de eras y sembrados. Imagen M. A. S.
El modelo de vivienda tradicional más extendido es el de dos plantas con escalera exterior. La planta baja se destinaba para cuadras del ganado y para guardar los aperos de labranza. A la parte superior de la vivienda conduce una escalera exterior, pegada a la fachada, construida con grandes piedras y pizarras, que remata en un corredor desde el que por la única puerta existente se entra a la cocina, que ocupa toda la planta. En este caso, el hogar suele encontrarse un poco ladeado con relación a la puerta de entrada, y las camas se hallan en las partes más resguardadas de la estancia. Puede existir una parte separada por un trenzado de cañizo que divide la cocina y la zona de dormitorio o almacén o despensa.
El tercer tipo de vivienda, reservado a la gente con mayores recursos, es una variante del anterior: vivienda de dos plantas con escalera exterior, pero dentro de un corral. Por lo común presenta dos paredes en L al exterior. Una gran puerta da paso a una especie de zaguán donde se guarda el carro, y, al fondo, una escalera comunica con el piso superior, que tiene un corredor con varias puertas de acceso a la cocina y a las otras habitaciones, una de ellas encima del zaguán. En la planta baja se halla la cuadra y una habitación que hace las veces de granero y despensa. Algunas de estas casas presentan la peculiaridad de un corredor saliente a lo largo de la fachada principal, como un balcón o mirador.
Concha Casado Lobato
Quintanilla de Losada. F. Díez
Ambasaguas agrupa sus casas aprovechando la hendidura que forma el interfluvio. M. Sánchez / P. Lozano
Baillo, en la cabecera del valle del Eria. Corredor cerrado. Archivo SG
Corporales. Típica escalera, construida con grandes piedras y pizarras. Imagen M. A. S.
La Cuesta. Las viviendas más comunes, de la Cabrera, de dos plantas y con escalera al exterior. Archivo SG
Caserío tradicional cabreirense en Nogar. Todo un modelo de adaptación al medio. E. Díez
La Baña, en la Cabrera Baja. Las explotaciones de pizarra han sido un alivio económico para la Cabrera. Y han transformado los pueblos. F. Díez
Manzaneda, en la Cabrera Alta, la que desciende tendidamente al paso del Eria, tiene dos barrios; uno para habitar, con casas de contos y pizarra, con corredores, portales y cobertizos, y otro para los pajares, en un entorno de eras y sembrados. Imagen M. A. S.