EL HERRERO: En el pueblo hubo dos berreros, Caludio y Pablo, los vecinos hacían acuerdos mcon los vecinos en los que se fijaban el número de rejas y punzones que se comprometía a hacer por año, las cantidades de grano que recibía por cada trabajo, etc.
El oficio de herrero era el de un artesano que debía unir la fuerza, el ingenio y la destreza para dar, a golpe de martillo, la forma deseada y el temple adecuado a las piezas que se forjaban en su fragua rejas. llaves, afilar el pico y el azadón, el machao, la macheta y poner el hierro exterior a las ruedas del carro y la carreta, para esto se reunáin varios hombres... En aquellos años era la experiencia y la habilidad propias las que determinaban la calidad de su trabajo.
La fragua era también un lugar de tertulia para hombres. Tenía cierta semejanza con las cantinas, locales en los que se daba rienda suelta a las opiniones, críticas y bromas. El hecho de estar permanentemente abierta, en los días de lluvia o de nevadas, la convertían en lugar de encuentro no solamente para los labradores que acudían a hacer algún trabajo sino tambien para los mirones...
Para los niños, la fragua era un lugar misterioso que ejercía una atracción no exenta de peligro. Les asombraba ver el hierro candente, admiraban las habilidades del tio del tio Claudio envuelto entre chispas que saltaban de su yunque y les fascinaba hacer funcionar el inmenso fuelle, era el trabajo que te dejaban realizar, para conseguir reavivar las llamas.
Con el tiempo llegó la mecanización del campo y los adelantos modernos. En pocos años las yuntas de animales fueron sustituidos por tractores. Los antiguos carros por remolques. Los arados romanos por los nuevos artilugios de varias vertederas. En los hogares dejaron de necesitarse trébedes y útiles semejantes...
El oficio de herrero era el de un artesano que debía unir la fuerza, el ingenio y la destreza para dar, a golpe de martillo, la forma deseada y el temple adecuado a las piezas que se forjaban en su fragua rejas. llaves, afilar el pico y el azadón, el machao, la macheta y poner el hierro exterior a las ruedas del carro y la carreta, para esto se reunáin varios hombres... En aquellos años era la experiencia y la habilidad propias las que determinaban la calidad de su trabajo.
La fragua era también un lugar de tertulia para hombres. Tenía cierta semejanza con las cantinas, locales en los que se daba rienda suelta a las opiniones, críticas y bromas. El hecho de estar permanentemente abierta, en los días de lluvia o de nevadas, la convertían en lugar de encuentro no solamente para los labradores que acudían a hacer algún trabajo sino tambien para los mirones...
Para los niños, la fragua era un lugar misterioso que ejercía una atracción no exenta de peligro. Les asombraba ver el hierro candente, admiraban las habilidades del tio del tio Claudio envuelto entre chispas que saltaban de su yunque y les fascinaba hacer funcionar el inmenso fuelle, era el trabajo que te dejaban realizar, para conseguir reavivar las llamas.
Con el tiempo llegó la mecanización del campo y los adelantos modernos. En pocos años las yuntas de animales fueron sustituidos por tractores. Los antiguos carros por remolques. Los arados romanos por los nuevos artilugios de varias vertederas. En los hogares dejaron de necesitarse trébedes y útiles semejantes...