Después de mucho pensar
y de poco soñar…,
o fue después de mucho soñar
y de poco pensar.
No importa.
¿Qué más da?
El caso es que por fin
me decidí
a saltar, con todas mis fuerzas,
hasta alcanzar una nube viajera
que mostrando su osadía
se atrevió a volar sobre
este solitario corazón.
Puede asirme con mi mano derecha
al borde troquelado,
bajo un cielo azul y despejado,
que recortaba caprichosa
la informe nube
animada por los vientos.
Ya nada volvería a ser igual
ya todo sería distinto.
Me prometí antaño
que si al final lo conseguía
no volvería a posar mis pies,
vestidos o desnudos,
sobre la faz de la tierra.
Me sentaría
con la vista fijada en el frente
y pondría rumbo al inalcanzable horizonte
dejando atrás
la huellas ya marcadas
y la vida ya vivida.
Sobrevolaría valles y océanos,
lagos y montañas,
ríos, arroyos y praderas,
caminos y ciudades;
sobrevolaría pueblos y senderos,
aldeas y verdes campos.
Dejaría volar libre,
por fin,
a este solitario corazón,
después de mucho soñar
y poco pensar…,
o era después de mucho pensar
y poco soñar.
No importa ya.
José Manuel Contreras
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