Hace muchos, muchísimos años, cuando el
cielo estaba más cercano a la tierra que ahora, y el embravecido
mar cubría infinidad de
valles y
montañas, vivía en
Puente Almuhey un poderoso mago o hechicero. Tan alto como el más alto
pino de la
montaña, llevaba sobre la cabeza un frondoso
árbol, de verdes hojas y tupido ramaje. Su barba, de muchísimas varas de largo, era de musgo, lo mismo que las cejas y pestañas. Su vestido era de corteza de encina, y su voz como el rodante trueno, y debajo del brazo
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