Recuerdo un
verano en el que yo era una cria y a mi hermana le salieron muchas verrugas en una mano. Cuando se enteró Esperanza " la bejerana " de ello, vino a nuestra
casa, la contó las verrugas a mi hermana y dijo:-Esto se lo quito yo-. Se alejo de donde estábamos y se puso a decir unos rezos, que a mi me parecía un conjuro de brujas, y cuando volvió a acercarse la pidió a mi madre tantos garbanzos como verrugas tenía mi hermana. Se acercó al brocal del
pozo y entre nuevos rezos, arrojó los garbanzos dentro. A los pocos dias, mi hermana no tenía ni una y nunca más la salieron.
Yo desde entonces miraba a Esperanza como si de una bruja ó una maga se tratára.
Me acuerdo de ella también, porque al que yo consideré mi primer novio,-tendríamos ocho años-era su nieto. Y un verano que él estaba sólo con su abuelita, que así la llamaba, se pasó más tiempo castigado en casa que correteando por el
pueblo. Y yo con él.
Su truco consistía en buscar cualquier disculpa para castigarle, porque a ella la gustaban mucho las cartas, y castigando al nieto, sabía que me tenía a mi también para la partida. Así que pasé el verano en el que más partidas de brisca he jugado en mi vida. No sabíamos jugar casi, pero eso a ella no la importaba porque nos ganaba, y además la entreteníamos
Ahora lo recuerdo con una sonrisa todo.
Un saludo a todos los puenteros.